Joan J. Puig asume la presidencia de la Confederación Europea del Corcho (CE Liège) con el objetivo de actuar en 3 ejes: difusión de las bondades del corcho, incentivar la certificación Systecode y preservar los alcornocales
Joan Josep Puig Castro, presidente de la Fundación Instituto Catalán del Corcho y de la Asociación de Empresarios Corcheros de Cataluña, ha sido elegido presidente por un período de 3 años de la Confederación Europea del Corcho (CE Liège) que integran los principales países con industria corchera. Para Joan J. Puig, ponerse al frente de la entidad es “un honor y una gran responsabilidad” que toma “con ganas de trabajar juntos en la defensa de un producto noble y natural como es el corcho, y con la voluntad de hacerlo de forma transversal entre países para lograr con éxito los grandes retos que tiene el sector corchero”.
Durante su mandato, la CE Liège tiene por delante retos importantes. Puig señala que “como establecimos en nuestro plan estratégico pretendemos actuar en 3 ejes: mercados con más proximidad y mayor difusión de las bondades enológicas del producto natural corcho en los vinos; industria para incentivar, ampliar, mejorar y difundir nuestro Código de Buenas Prácticas Corcho-taponeras (Systecode) y bosque abriendo la colaboración para que la fase primaria forestal refuerce sus posiciones como activo natural con gestión permanente en aras de la preservación de nuestros paisajes y nuestras realidades, como la base que da sentido a todo lo natural que somos desde hace décadas y décadas”.
Destaca también que entre los principales retos “está la representación del sector del corcho delante de los máximos organismos internacionales como la OIV o el Consejo de Europa, o el compromiso de poder recoger las principales cifras sectoriales a nivel internacional en materia económica y ambiental para ponerlas a disposición de las bodegas y del público final y marcar tendencias”.
El sector del corcho tiene que “reivindicarse como lo que es, como el mejor aliado posible para el vino tanto desde una perspectiva enológica como en materia de sostenibilidad, puesto que el corcho es un producto natural, de proximidad y con huella de carbono negativa. Queremos que las bodegas entiendan que el corcho es un elemento diferencial para el vino y que aprovechen su valor global. Valor que llevamos tiempo explicando y que pretendemos seguir difundiendo”.
Un código internacional de buenas prácticas
Con el objetivo de mejorar la calidad de las empresas del sector, al final de la década de los 90, la CE Liège desarrolló una Guía de Buenas Prácticas de Fabricación, conocida como Código Internacional de Prácticas Taponeras (CIPT), que define las reglas y exigencias de las empresas en términos de la calidad de sus procesos de producción, ambientales, de higiene y de seguridad. A partir de 2000 se creó el Systecode, que es un sistema de acreditación que garantiza que las empresas actúan de acuerdo con el CIPT.
La certificación Systecode garantiza muchas cosas tanto a bodegas como a consumidores de vino. “Garantiza que disponemos de una referencia científica y práctica que indica cuáles son las buenas prácticas de transformación para acabar obteniendo un buen producto. Garantiza que la objetividad, la transparencia, la auditoría que nos hacemos a partir de ese Código de Buenas Prácticas y que realiza Bureau Veritas en nuestras empresas, es algo que los propios industriales se autoimponen para la progresión cualitativa del sector como referente en el mundo de buen hacer, garantiza el esfuerzo permanente de tantos empresarios que pretenden elaborar los mejores productos posibles, garantiza que la interlocución con las administraciones y con nuestros clientes sabemos de qué hablamos y qué tenemos entre manos. Garantiza, por resumir, nuestro compromiso con nuestro entorno y nuestros mercados sobre la base de certezas y confianza mutua”, explica Joan J. Puig.
El código de buenas prácticas sale del consenso del propio sector corchero “y que tenemos la certeza de que eleva la calidad de nuestras empresas y las mantiene al día de las últimas innovaciones. En este mandato, tenemos el compromiso de mejorarlo y hacerlo evolucionar para adaptarlo a la realidad de las industrias, y también para incorporar valor en el mismo si llegamos a acuerdos globales sobre ello. El sector corchero, en su inquietud por hacer llegar al entorno enológico todos sus esfuerzos cualitativos y de sostenibilidad está quejoso que el sistema aún no es suficientemente conocido y valorado por nuestros clientes. Y como decía al inicio, uno de los ejes de nuestra acción va a ser difundir más y mejor todo aquello que llevamos haciendo bien desde hace tiempo”.
Actualmente son unas 180 empresas certificadas de 7 países distintos. “Como se puede observar con estos datos, este esfuerzo global realizado desde la Celiège por y para las industrias corcheras en su visión global es importantísimo. Encontraríamos escasos ejemplos sectoriales donde tanta gente esté amparada por un Código de Buenas Prácticas. Y nos sentimos orgullosos de ello” concluye.
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