Texto: Mauricio Laorga Sánchez-Minteguiaga, Socio-Director de Sigena.

La importancia de la nube está en la complejidad del tratamiento de los datos para poder ofrecerlos al usuario de manera sencilla para que pueda interpretarlos, en un formato compatible con sus herramientas habituales de trabajo, de forma estratégica para la toma de decisiones, como iniciación a la inteligencia de negocios, de un modo seguro para no perder ni filtrar o tener intromisiones de la información y proporcionando datos que sean seguros para no errar el valor y consecuencias de las decisiones.

De la mano de SIEMENS comenzamos automatizando los procesos productivos en bodega hace 25 años y hoy, hemos integrado nuestro concepto WineCloud en su nube MindSphere, para generar a través de BigData y BlockChain datos de análisis, toma de decisiones y trazabilidad al origen de los productos.

Existe una gran nube en la que estamos todos.

El Big Data utiliza modelos matemáticos que concentran datos para proporcionar al usuario información objetiva, que por sí solo sería incapaz de procesar, para un fin determinado.

En la nube se pueden almacenar datos de los diferentes departamentos, como sucede por ejemplo en la administración pública, donde la digitalización permite a las  organizaciones y a las personas, de una forma segura, solicitar información con la que se pueden reclamar pagos de impuestos, descargar historial clínico de un paciente, calificaciones de un alumno, clase energética de un vehículo… Existen infinitas posibilidades.

Este es el concepto que hemos extrapolado al mundo del vino y de la bodega, industria que necesita del apoyo tecnológico para trasformar un producto natural y lograr su excelencia.

Comenzamos por instalar elementos de campos para capturar los datos y subirlos a la nube.

Mediante estos elementos obtenemos datos de la producción/enología, como la temperatura, la densidad,…; el mantenimiento: tiempo de trabajo de unidad enfriadora, bombas, calderas, embotelladora, tractores…; compras: consumos de etiquetas, corchos, combustible…; ingeniería: consumos de bombas, enfriadoras, calderas, tiempos de trabajo, de trasiego,…

Una vez que disponemos de los elementos de campo los subimos a la nube.

Del procesado y estudio profundo de la información, se pueden extraer datos clave que nos ayudarían en la toma de decisiones. Por ejemplo, si la Tª de entrada de la uva ha sido 1ºC mayor que la de la vendimia pasada, ¿en qué puede repercutir? O si el tinto se ha fermentado a 2º por debajo de lo habitual, ¿hay modificación de percepciones sensoriales? La nube y el big data se encargarán de procesar los datos para ofrecernos la información necesaria para tomar las decisiones correctas, atendiendo a criterios de producción, económicos, de eficiencia, etc. Por ejemplo, el conocimiento de las horas de trabajo de los bienes de equipo puede generar órdenes de mantenimiento preventivo que eviten posteriores averías. O se pueden sacar medias históricas de precios de compra de la uva y comparar los mismos con datos pluviométricos y meteorológicos pudiendo crear un modelo de cálculo de precios en función del año climático.

La digitalización ha llegado a la industria para quedarse y quien no haya accedido al día de hoy, ya llega tarde.

No podemos salir al mercado a competir simplemente con un buen producto.

Tenemos las herramientas necesarias para poder alcanzar un conocimiento exacto del mismo, para monitorear nuestra industria y compararla con las de nuestra competencia, para anticipar decisiones que nos permitan evitar crasos errores que a posteriori no se podrían remediar y todo en base a datos que reclamamos a la nube según los históricos acumulados.

Para tener un histórico, hay que comenzar hoy.

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