En un seminario del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino, Teresa Garde Cerdán mostró nuevas estrategias para adaptarnos al calentamiento global manteniendo la calidad y tipicidad de las uvas.
El Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV) programó para 4 de febrero el seminario online ‘Empleo de la nanotecnología en el viñedo’, impartido por Teresa Garde Cerdán, científica titular del CSIC-ICVV, que ha centrado sus investigaciones en el estudio de diferentes factores agronómicos, enológicos y tecnológicos que pueden afectar a la composición aromática, nitrogenada y fenólica de la uva y del vino, que determinan su calidad y propiedades saludables.
Para Teresa Garde Cerdán “el cambio climático es uno de los desafíos prioritarios en agricultura, especialmente en zonas y cultivos sensibles como son España, por las precipitaciones cada vez más escasas con episodios torrenciales y temperaturas elevadas y, la vid, por ser un cultivo perenne, de alto valor añadido y con gran tradición en nuestro país”. Un tema que ocupa y preocupa porque las condiciones de maduración de la uva afectan directamente a su composición, de tal manera que se está observando un desacoplamiento de las madureces (tecnológica y fenólica). Por ello la investigadora viene trabajando “nuevas estrategias que permitan adaptarnos a esta situación manteniendo la calidad y tipicidad de las uvas. Entre esas medidas agronómicas se encuentran, por un lado, el uso de elicitores, sustancias que desencadenan una respuesta defensiva de la planta, aumentando la síntesis de metabolitos secundarios y, por otro lado, el control del riego, aplicándolo en los momentos y cantidades óptimos que requieran las plantas”.
Los resultados a su proyecto han supuesto un gran avance, ya que están demostrando que la aplicación foliar en el viñedo de jasmonato de metilo, en forma convencional, ha permitido mitigar el efecto tan negativo que el cambio climático ha provocado en la evolución de la composición de la uva, haciendo coincidir la madurez fenólica con la tecnológica, y optimizando así su calidad.
En cuanto a la incidencia de los tratamientos en la composición de la uva tempranillo de La Rioja, indica Teresa Garde que “el empleo de jasmonato de metilo en forma convencional (MeJ) o en forma nano (Ap-MeJ), puede ser una herramienta agronómica para mejorar la composición de la uva, con una clara incidencia en la síntesis por la vid de compuestos fenólicos, aromáticos y nitrogenados. Sin embargo, estos cambios en la composición de la uva no se vieron reflejados en los vinos, lo que nos hace pensar en la necesidad de emplear técnicas enológicas enfocadas a incrementar la transferencia de estos compuestos durante la etapa de vinificación”.
En cambio, los resultados del ensayo con la uva monastrell en Albacete demostraron que “los tratamientos con Ap-MeJ mejoraron la eficiencia en el uso del agua, aspecto muy importante para un uso sostenible de este recurso tan escaso. Sin embargo, la composición fenólica, aromática, nitrogenada y polisacárida de la uva se vio escasamente afectada por los tratamientos foliares o de riego, lo que indica que esta variedad tiene una respuesta muy diferente a tempranillo, al aplicar nanopartículas de MeJ foliarmente en el viñedo”, concluyó.