Con más de cincuenta años de historia en sus cepas y una apuesta por variedades tradicionales y nuevas, Bodegas Berrueco elabora vinos con carácter propio, manteniendo viva la esencia de Villabuena desde la viña
Bodegas Berrueco avanza fiel a su tradición familiar, pero con una mirada clara hacia el futuro: viñas viejas como eje de su filosofía, diversificación varietal y una apuesta decidida por elaborar vinos con personalidad. La bodega, con raíces que se remontan a los bisabuelos de Imanol Berrueco, actual responsable del proyecto, representa cómo la herencia del terruño puede convivir con la innovación.
Todo comenzó con Antonio Berrueco, bisabuelo de Imanol, quien en los años 70 decidió embotellar su vino tras sufrir impagos por parte de los mineros de Bilbao. Fue uno de los primeros en Villabuena en hacerlo. Más tarde, su hijo y hermano dieron un paso adelante con la elaboración de vinos de crianza y reserva. En 2012, el padre de Imanol renovó el perfil de los vinos hacia una línea más fresca y creó el B10, un vino de autor que solo se elabora en añadas excepcionales.
Con formación en Enología, Imanol se unió al proyecto y abrió una nueva etapa con fuerte impulso hacia los vinos blancos. “Nosotros estamos muy encima de la viña. La viña es fundamental”, señala Imanol. “La viña vieja nos permite expresar la identidad del pueblo”, afirma.
La bodega conserva viñas con más de 50 años y sigue trabajando la maceración carbónica, una tradición local que pocos mantienen. “Cada vez quedamos menos que la hacemos, y a mí sinceramente me daría pena que se perdiera”, reflexiona.
Aunque el tempranillo sigue siendo la variedad predominante, en los últimos diez años Imanol ha apostado por nuevas variedades como graciano, garnacha y malvasía. “La hemos injertado con material antiguo nuestro”, explica, lo que les permite “crear vinos blancos con un toque diferente”.
También han comenzado a trabajar con vinos sobre lías, buscando reflejar la mineralidad del terroir de Villabuena. El enfoque de Berrueco es claro: “En nuestros vinos intentamos que la fruta sea la protagonista”, comenta Imanol.
En los vinos jóvenes, la maceración carbónica ayuda a conservar esa frescura. En los crianzas, el desafío está en usar la madera sin ocultar el carácter de la uva. “Lo que queremos es que se vea la uva, la zona y la fruta”, insiste. “La clave está en no perder la esencia del viñedo”.
Además del B10, un vino de autor que solo se elabora en cosechas excepcionales, la bodega también destaca por su compromiso con la calidad: “Buscamos vinos que sean diferentes, especiales -explica-. Que la gente los compre no solo porque vea que son especiales, sino porque los haya probado y realmente le gusten”, afirma con convicción.
En cuanto al vino que mejor representa a la bodega, “el joven me gusta mucho por la tradición de la maceración carbónica, que es muy nuestra”, señala Imanol. También destaca el reserva, elaborado solo en añadas especiales. “Es un vino más moderno, sorprendente, con mucha fruta y juventud, a pesar de su crianza”. Este vino se elabora en solo 10 barricas, convirtiéndolo en una producción limitada, pero minuciosamente cuidada.
Bodegas Berrueco también apuesta por el enoturismo personalizado. Ofrecen visitas y catas bajo cita previa, lo que les permite atender de forma exclusiva a los visitantes. “Me gusta ese trato cercano con el cliente”, comenta Imanol, subrayando la importancia de ofrecer “una experiencia única y directa”.
Reportaje publicado en nº 251 de La Prensa del Rioja
