El mundo del vino a sorbos
Texto: Antonio Egido
Desde el 1 de julio de este 2022, tras dos años de pandemia y en una continua subida de casos, aunque las autoridades sanitarias decidieran en su momento que solamente se iban a contabilizar los casos de mayores de 60 años (¿?), pero no debemos ocultar que raro es la semana en que sabemos de forma directa o familiar, los casos que se van detectando por la COVID-19, y que deben permanecer -por responsabilidad social y personal- en casa, lo cierto es que estos primeros días del mes vemos en los medios de comunicación aeropuertos llenos de pasajeros -algunos que se tiene que quedar en tierra por las huelgas del personal de diferentes compañías aéreas- las estaciones de autobuses infestadas de deseos de disfrutar de unas vacaciones “como nos merecemos” o unas carreteras llenas de automóviles que sufren caravanas a cualquier hora del día…
En fin, que tenemos más ganas que nunca de disfrutar, aunque sean unas minivacaciones -porque todo lo ahorrado de los dos últimos años, nos lo estamos gastando en las subidas astronómicas del día a día, ya sean, alimentos, bebidas, luz o gasolina- y a los que disfrutamos del mundo del vino, pero siempre con mucha moderación y tomado con alimentos, se nos abren mil y unas posibilidades de poder meternos en eso que llamamos enoturismo. Es decir, fijarnos en una Denominación de Origen y poder disfrutar de la muy variada oferta que pueden ofrecernos. A poco que recurramos a nuestro Google y pongamos enoturismo en Rioja, Ribera del Duero o Ribeira Sacra, por indicar algunas de las muchas ofertas que existen la actualidad, nos podemos encontrar de todo y por ello, algo siempre adoptado a aquello que nos realmente apetece, ya sea individualmente, en pareja o de manera familiar.
Hoteles por la zona, hoteles en las mismas bodegas; multitud de ofertas de las mismas bodegas, donde no pueden faltar las visitas o catas; la comida en el propio restaurante de la bodega; paseos por el campo; rutas por diferentes zonas de estas mismas denominaciones, pero con el medio de locomoción que nosotros queramos: bici, Quart, globo o trenes enoturísticos; visita a los museos del vino, que no son pocos y alguno de ellos adaptados perfectamente para las personas con movilidad reducida; cruzando lanchas por los ríos o incluso transatlánticos en mares para visitar un desconocido país para disfrutar de sus vinos; en balnearios; recordando las rutas ya exploradas por diferentes autores con libros de éxito; empapándose de un paisaje eminentemente rural; sin obviar las relacionadas con el mundo del deporte como ocio; siguiendo el camino de la lengua; los caminos de Santiago o simplemente acercándonos a una excelente tapa o una buena comida -que en esto España es de primera categoría- junto a ese vino que, para qué ocultarlo, yo suelo tomar el de la propia región, zona o pueblo, porque sigo considerando que es el mejor adaptado a su gastronomía; aunque no estaría nada mal, probar y acudir a aquellas bodegas que elaboran y trabajan con la ecología que da como fruto los vinos ecológicos, muchos por descubrir aunque pensemos que son más caros que el resto.
Son algunas de las variadas ofertas que ya están en marcha en el período vacacional en este país, tras dos años de restricciones. Y les puedo asegurar que pueden unir las palabras vacaciones con vino, les puede ofrecer mil y unas oportunidades para gozar más allá de la degustación de un vino blanco, rosado o tinto, pues “de todo hay en la viña del señor”. Les animo a descubrirlo en este verano del 22, pero eso sí, siempre con la mayor seguridad que podamos.