El Rioja en los restaurantes

Carmen González, asesora gastronómica y sumiller del restaurante Sinestesia, percibe que el cliente tiene más conocimiento de vinos y es capaz de decidir si es de su gusto, pero también se deja aconsejar

Cada vez más, el ocio está dispuesto a dejar un recuerdo imborrable en nuestra memoria. Con esta premisa se recuperan conceptos tan únicos como la sinestesia, donde un sentido puede experimentarse a la vez que otro. A partir de este curioso concepto se originó la propuesta del chef Kiko Moya, el restaurante Sinestesia. Este lugar de moda en Madrid es toda una experiencia gastronómica inmersiva, a la que responden a la pregunta “¿A qué saben los colores?” El comensal vive un viaje multisensorial con una propuesta gastronómica hecha específicamente para darle respuesta.

“Nos hemos basado principalmente en crear junto a la experiencia inmersiva y la parte gastronómica una propuesta que vaya hilada con las sensaciones, que armonice con el momento, que sorprenda a nuestros clientes y que sea capaz de que la experiencia 360 también esté protagonizada por los vinos”, nos cuenta Carmen González Asesora gastronómica y sumiller.

“Son vinos que hemos catado, que nos hemos molestado en buscar sus características especiales para que el cliente también se sorprenda cuando los beba”.  Algunos los conocían y otros los han descubierto “gracias a compañeros sumilleres y grandes profesionales que entendían que era lo que queríamos y que sensaciones en el buscábamos comensal. Después de probar muchos vinos seleccionamos los que más nos gustaron”.

Rioja está dentro de la selección con tintos clásicos y blancos exclusivos. “Rioja es un vino de nuestra cultura. Los clientes evolucionan, pero también siguen arraigados a muchos matices que conocen y si no es así, se sorprenden con ellos”.

Con su oferta gastronómica combinan muy bien los blancos desde luego, “los tintos armonizan mejor casi al final de la experiencia por su maridaje, pero si el cliente quiere un Rioja tinto desde el principio no hay ningún problema”. 

“Rioja es un vino de nuestra cultura.
Los clientes evolucionan, pero también siguen arraigados
a muchos matices que conocen y si no es así,
se sorprenden con ellos”.

En cuanto a los gustos de los consumidores, Carmen González considera que están cambiando. «Nosotros tenemos mucha demanda de blancos y espumosos. La demanda del cliente está cambiando, ahora tiene más conocimiento de vinos, reconoce muchos de los nombres con los que trabajamos y es capaz de decidir si es de su gusto. A pesar de todo, tenemos la suerte de que nuestro cliente sigue confiando en nosotros, así que dejarse aconsejar es algo que nos reconforta que pase cada día. También hay que destacar que los vinos por copa o de baja graduación cada vez se piden más”.

Una dinámica es diferente

La dinámica en Sinestesia es diferente a la de cualquier restaurante: 16 comensales se reunen alrededor de una única mesa para vivir, durante dos horas y media, una experiencia inmersiva e inolvidable cargada de sorpresa, diversión y dinamismo. Mientras tanto, diversos estímulos audiovisuales se proyectarán por el espacio, al mismo tiempo que se presenta el menú. De esta forma, Sinestesia construye una narrativa en la que imágenes, sonidos, mensajes, sabores y texturas son clave.

 

 

 

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