Texto: Javier Pascual, director de La Prensa del Rioja
La oferta enoturística se ha erigido en la gran dinamizadora del turismo en La Rioja y a ella se ha incorporado con fuerza la gastronomía regional, que vive un momento espléndido. En uno de los momentos álgidos del año para el turismo interior, como es la Semana Santa, La Rioja se convierte en el paraíso de las verduras. Ellas son, junto al vino, la verdadera piedra angular de la identidad gastronómica de La Rioja y, como es obvio, reinan en un recetario cuaresmal cuajado también de curiosas viandas asociadas a las tradiciones locales.
Algunas tradiciones, como los ‘Picaos’ de San Vicente, las precesiones de Logroño o la semana que revive en Calahorra su origen bimilenario y protagonismo en la época del Imperio Romano, siguen formando parte de la atractiva oferta cultural de la región en Semana Santa. Pero cada vez son más los que encuentran en la enogastronomía un atractivo especial a la hora de elegir destino vacacional, lo que representa para La Rioja una gran oportunidad. Nadie duda de que su oferta enogastronómica es una de las referentes en España y aspira a serlo también en el ámbito internacional.
Puestos en la tesitura de identificar las particularidades de la oferta gastronómica riojana propia de estos tiempos cuaresmales, es decir, adaptada a las exigencias de la normativa religiosa, nos encontramos que algunos de los platos más característicos de La Rioja responden perfectamente a tales exigencias. Es el caso del bacalao a la riojana y los potajes (sean de vigilia o no), la purrusalda, los garbanzos de vigilia, las pochas (alubia blanca que se consume fresca) e incluso las famosas patatas a la riojana, que para la ocasión serían ‘viudas’, es decir sin el aditamento transgresor del chorizo.
Pero sin duda lo más destacable y significativo desde el punto de vista gastronómico de La Rioja en tiempos de cuaresma, e incluso durante todo el año, con permiso de las patatas a la riojana viudas y las torrijas, son las verduras de la huerta riojana. En calahorra y Alfaro lo celebran con sendas Semanas de la Verdura, organizando exposiciones, degustaciones, y multitud de actividades en homenaje al producto más emblemático de la región después del vino. Como ya es bien conocido, la despensa gastronómica riojana (y la de algunas gastronomías del entorno próximo) se nutre de los productos de una huerta privilegiada que ofrece un selecto menú de verduras, pimientos, espárragos, alcachofas, coliflores…, que dan lugar a los platos más singulares de esta Comunidad, como la menestra, plato estrella de la región.
De la mano de mis amigos hosteleros de la Asociación Cultural de Sumilleres de La Rioja, dibujamos a vuelapluma un mapa de la gastronomía cuaresmal en La Rioja. Empezando por las cumbres, a la sombra del San Lorenzo y en tierras monacales (San Millán y Valvanera), enel restaurante con estrellas Michelín de la Familia Paniego, el Echaurren de Ezcaray, nos recuerda Chefe Paniego que había una confitería y siempre se hicieron rosquillas y zurracapote por Semana Santa. Por supuesto, sigue manteniendo el plato que su madre Marisa empezó a servir una Semana Santa: el potaje de garbanzos con rape y almejas.
En Haro, la histórica capital del vino, nos recuerda Natalia Olarte, toda una enciclopedia gastronómica, que es típico el zurracapote, con torrija o rosquillas. Y que en la Sonsierra Riojana, en san Vicente, famosa por la procesión de los picados, disciplinantes que cada Semana Santa se flagelan desde hace siglos, lo típico es el ‘choripan’, un bocado de chorizo en un panecillo, todo un desafío a las vigilias en medio de una celebración tan singular como, al decir de algunos, pagana en sus orígenes. En Alfaro, el Día de los Judas (domingo de Resurrección) se comen las «tortillitas». ¿Francesas? ¡Que vá!, rellenas de verduras, espárragos, y ¡de chorizo!, “para espantar a judas”, explican.
En Arnedo, tierra de la golmajería enraizada en la tradición árabe, el festival del ajo asado abre cada año las celebraciones en torno a Semana Santa. Pero lo que realmente invita a ‘chuparse los dedos’ es la tradicional torrija, la humilde torrija, un postre que adquiere mil formas en cada hogar o restaurante donde se hace. Alberto Eguizábal, propietario del Sopitas de Arnedo, nos proporciona los ingredientes -pan brioche a la plancha, con helado de galleta maría- de una torrija que tiene una presentación espectacular. Nos recuerda también Jorge Díaz otras golmajerías, los ‘artaguitones’, de las localidades cercanas Quel y Autol.
En definitiva, con el vino de Rioja como principal emblema y atractivo, La Rioja ofrece también en estos tiempos de cuaresma que han sustituido ‘el recogimiento’ por el turismo, el disfrute de los aromas y sabores de una tierra acogedora y con excelentes recursos gastronómicos.