Un recorrido por el #productoriojano que se convierte en protagonista en los restaurantes del territorio

La Rioja es mucho más que vino. Es tierra de huertas fértiles, de pastores trashumantes, de bosques llenos de setas, de pueblos con historia y de cocinas que honran el producto local con respeto y creatividad. En cada rincón del territorio, desde la fértil ribera del Ebro hasta las sierras de Cameros o el alto Oja, los ingredientes de proximidad se transforman en platos que cuentan historias: verduras frescas, carnes de pasto, quesos artesanos, embutidos tradicionales, dulces típicos y una asombrosa variedad micológica.

Recorremos las distintas comarcas riojanas para mostrar cómo el producto agroalimentario se convierte en la base de una propuesta gastronómica auténtica, sostenible y ligada al paisaje. Una red de restaurantes, bares y casas de comida de todo el territorio pone en valor la despensa local, creando una experiencia culinaria donde cada bocado sabe a origen, a tradición y a futuro. Porque en La Rioja, el producto no solo alimenta: define una forma de vivir y de entender la cocina.

Una visita por La Rioja no estaría completa sin una parada en alguno de los muchos restaurantes que basan su propuesta en estos productos autóctonos y de km0.

El sabor del Najerilla en los fogones. El Valle del Najerilla invita a disfrutar de pueblos con encanto, de fascinantes paisajes naturales, de cumbres de más de 2.000 metros de altitud, de sus tradiciones y, por su puesto, de la gastronomía que ofrece todo el valle. En lugares como Venta de Goyo, La Abadía de Valvanera, La Taberna de la Villa o La Cañada se puede disfrutar de los productos del valle en cocinas caseras que sobretodo respetan el producto. (Ver más)

Las setas de La Rioja en el alto valle del Oja: un tesoro culinario. En el alto Oja, la naturaleza, la gastronomía y el deporte se fusionan en armonía. Ezcaray y sus aldeas (Azárrulla, Zaldierna, Urdanta, Turza, Posadas, Ayabarrena y San Antón) son un paraíso para el senderismo y el ciclismo de montaña, un destino ideal para quienes buscan una escapada para conectar con la naturaleza y deleitarse con la deliciosa comida local, incluso con la alta cocina. (Ver más)

Sabores artesanos que conquistan desde la sierra riojana al valle del Ebro. Entre la sierra riojana y el fértil valle del Ebro, se esconde un universo de tradiciones gastronómicas que han sido transmitidas de generación en generación, consolidándose como referentes de calidad en el mercado nacional e internacional. El Chorizo Riojano, con Indicación Geográfica Protegida; el Jamón Serrano, Especialidad Tradicional, los embutidos y patés ecológicos o productos artesanos se siguen elaborando como lo hacían nuestros abuelos: con el aire fresco de la sierra riojana, el buen hacer y la calma de los campos para estar presentes en las mesas de toda la región. (Ver más)

Cameros: pastoreo y tradición ganadera en el plato. La sierra riojana de Cameros es trashumancia. Tierra de pastoreo desde tiempos inmemoriales y de larga tradición ganadera. No hay como darse una vuelta por la Feria del Ganado de Villoslada de Cameros o por la de Soto de Cameros o por la Fiesta de la Trashumancia que cada año se celebra en Lumbreras. Allí, la Venta de Piqueras, un antiguo descansadero de ovejas, rinde homenaje a la cultura pastoril con algunos de los platos más característicos de su gastronomía: migas de pastor y caldereta de cordero. El resto del año, su carta serrana a base de chuletillas de cordero, chuletones de ternera, patatas con chorizo, caparrones o menestra, merece un alto en el camino. (Ver más)

La Rioja Baja: despensa natural, riqueza gastronómica entre huertas y creatividad culinaria. La Rioja Baja se ha consolidado como destino de referencia para los amantes de la gastronomía auténtica y los productos de proximidad. Aquí, la huerta bañada por el Ebro y sus afluentes ofrece una variedad de verduras y frutas que son la base de una cocina local vibrante, sostenible y llena de sabor. Alcachofas, coliflor, espárragos, cardo, borraja, cebolla o champiñones son protagonistas indiscutibles en menestras, menús, pinchos y en las reconocidas jornadas gastronómicas que a lo largo del año ponen en valor la huerta local. A este festín vegetal se suman joyas dulces como las Peras de Rincón de Soto o los fardelejos, un postre típico elaborado a base de una fina masa de hojaldre rellena de una mezcla de almendra molida, azúcar, huevo y ralladura de limón. (Ver más)