El mundo del vino a sorbos
Texto: Antonio Egido
Cercano el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es de obligado cumplimiento dedicar esta colaboración a la relación del mundo del vino con la mujer, en el que cada día más, y es digno de destacar, van pasando de ser sus coprotagonistas a sus protagonistas.
El primer enlace de la búsqueda “mujer y vino” nos lleva a la página ‘amaviamantesdelvino.es´ que se presenta con la frase “20 años acercando la cultura vinícola a las mujeres”, en la que leemos: “Cada vez hay más conciencia de la necesidad de un cambio de paradigma del papel de la mujer en la sociedad. La igualdad de oportunidades y salarios, la conciliación o la equiparación de géneros han sido las plegarias de las numerosas y concurridas marchas y manifestaciones que se han celebrados en los últimos meses a lo largo y ancho del globo: París, Nueva York, Londres, Madrid…
Si hablamos del mundo del vino y la mujer, hablamos de Amavi: Asociación de Mujeres Amantes de la Cultura del Vino. Esta plataforma pionera a través de su revolución silenciosa ha ayudado a dar visibilidad a la mujer en el sector vinícola. Desde sus inicios fomenta y apoya la labor de las mujeres como sumilleres, enólogas, amateurs del vino, bodegueras, responsables de bodega… Y lanza un mensaje muy inspirador a todas las mujeres del mundo para fomentar su incorporación a la cultura del vino.
Pero queda mucho por hacer, seguimos manteniendo costumbres y pequeños gestos que nos dicen que la desigualdad de géneros todavía existe y persiste. A continuación ponemos algunos ejemplos en el ámbito del vino que deberían desterrarse para siempre:
La elección del vino siempre se ofrece al hombre: estamos en el siglo XXI, las mujeres saben de vinos y son las que ahora mayoritariamente lo compran, nadie debería elegir por ellas. Sería mucho más apropiado ofrecer la carta a los dos. En la última cata Amavi en la encuesta realizada, el 84 % de las participantes afirmaban que habitualmente la carta se la ofrecen a sus acompañantes masculinos y que este hecho les incomoda porque no les parece acertado.
“Vinos para mujeres”: los rosados y los blancos son los preferidos de ellas, estamos ante un cliché anticuado que además no se cumple. El resultado de la encuesta Amavi 2017 indica que el 44 % de las participantes prefieren vinos tintos y tan sólo un 28 % eligen los blancos. Se percibe un 2 % de diferencia con respecto a la encuesta 2016, referente a la elección del vino blanco-vino tinto en favor de otros géneros.
La utilización del adjetivo femenino para describir un vino: se dice que un vino es femenino para expresar su sencillez o suavidad. Las mujeres pueden tener estas cualidades pero no todas ni en todo momento; las mujeres también pueden ser fuertes, decididas, tener personalidad y carácter y la capacidad de apreciar un buen vino.
Beber es cosa de hombres: el refranero siempre habla de hombres al referirse al consumo de vino pero las nuevas investigaciones confirman que las mujeres tienen igual y en ocasiones, superior capacidad olfativa y gustativa para la cata”.
En ‘elmundo.es’ leemos “El vino ya es cosa de mujeres”, titular que tiene este desarrollo; “En un mundo tradicionalmente masculino, las mujeres no paran de ganar protagonismo. El sector vinícola ha experimentado una metamorfosis en la última década que dejaría boquiabierto al mismísimo Kafka. Hoy, ellas ganan peso como consumidoras y también como profesionales del vino. Se realizan catas de mujer a mujer con vinos hechos por mujeres y degustados por mujeres, visitas en las que se habilitan guarderías para maridos y bodegas que piensan primero en los gustos femeninos. Se dan premios a las mujeres que engrandecen esta cultura, se realizan concursos para elegir las mejores etiquetas bajo su criterio y un reciente estudio indica que a la mujer española le gusta el tinto muy por encima del blanco o el rosado. Asistimos a un cambio de mentalidad, a la silenciosa revolución femenina que empieza con una copa de vino”.
Y terminamos en ‘directoalpaladar.com’ para releer: “El mundo del vino ha sido por tradición un mundo eminentemente masculino, aunque esta consideración del entramado vitivinícola está cambiando con la irrupción a escena (que no entre bambalinas donde la mano femenina actuaba ya desde hace bastante tiempo) de importantes referentes femeninos.
La incidencia histórica de la mujer en el vino siempre ha aparecido desdibujada, a pinceladas irregulares. Quizás históricamente las primeras referencias enológicas vinculadas al sexo femenino habría que buscarlas en Francia, allí, sobre el resto de mujeres, brillan con luz propia dos de marcado carácter, que supieron, no sin esfuerzo buscar su propio hueco en un segmento de mercado monopolizado con total exclusividad por el hombre.
La primera figura fémina que me viene a la cabeza es la de Nicole Barbe Ponsardín, a la sazón viuda de Cliquot, la cual, a la muerte de su marido, forjó la marca comercial de Champagne más importante de la historia. Esta inquieta mujer mejoró el método champenoise empleado por Pierre Perignon, ideando el degüelle como solución para retirar los restos fermentativos que permanecían en la botella. El degüello de las botellas de vinos espumosos aún se continua realizando en la actualidad. La otra gran dama (y la otra gran viuda también) del Champagne fue Jeanne Alexandrine Pommery, impulsora del consumo de los champagnes brut (sin azúcares añadidos) fue una visionaria en una época en la que los licores de expedición con los que se rellenaban los espumosos tras el degüello estaban llenos de azúcares que desvirtuaban por completo su sabor.
Otros nombres femeninos de relevancia histórica son Mathilde Perrier (Laurent-Perrier), Elisabeth Salmon (Billecart-Salmon) o Elisabeth Bollinger (Bollinger). Todas ellas grandes damas del Champagne y, curiosamente, todas ellas viudas. Lo cual deja la incertidumbre de saber si el renombre y esfuerzo de éstas mujeres seguiría siendo el mismo si hubieran tenido un referente masculino a su lado. Juzguen ustedes mismos.
El panorama vitivinícola actual parece un poco (poquito) más accesible para la mujer, sirva como ejemplo que Mouton Rotchild o Chateau Margaux son dos bodegas referenciales lideradas por mujeres, pero son sólo dos ejemplos de una larga lista de casos que podríamos apuntar y cuya finalidad es evidenciar que la capacidad comercial de la mujer está fuera de toda duda.
Sin embargo la influencia femenina no se limita solamente a la parte comercial. Desde el punto de vista organoléptico sus sentidos suelen encontrarse más desarrollados que los de los hombres. Hay quien busca en esta afirmación un soporte de naturaleza biológica, aludiendo a que la posibilidad de la maternidad, vigoriza a la mujer para, por medio de los sentidos, poder detectar aquellos concurrentes químicos que pudieran resultar peligrosos para la posible cría (en época de gestación la mujer es especialmente sensible a los olores). O sea que sería la propia Madre Naturaleza la que dotara de más y mejores elementos de análisis a la mujer. También existe quien opina que el silencio que la mujer se vio obligada a mantener durante siglos, agudizó el resto de sus sentidos, siendo en esta ocasión la propia historia social la responsable de esta mayor capacidad sensorial femenina.
Al margen de su disposición analítica, la importancia de la mujer en la economía doméstica es indiscutible, que no quepa la menor duda que es la mujer la que compra el vino en la grande superficie para su consumo (sólo hay que darse una vuelta por los pasillos del Corte Inglés), la mujer actual selecciona, indaga, marida y muy importante escoge en función de la relación calidad-precio, es menos propensa a dejarse impresionar por marcas, modas y costumbres. Esto comienzan a tenerlo en cuenta los bodegueros y ya surgen claras referencias al mundo femenino en el vino (Alabanza, Ochoa, Nita, Alba de Murviedro, etc, son muestras de ello).
Ya en el restaurante cada vez resulta menos extraño encontrarnos con mujeres ejerciendo profesionalmente de sumiller, las cuales, acompañan con la natural dulzura femenina, unos conocimientos técnicos impecables que a buen seguro nos conducirán al éxito en la elección del vino. El camino abierto por personas como Ester Rico, Maria José Huertas, Cristina Alcalá, Luisa Monge, Monica Fernández o Gemma Vela, por poner algunos ejemplos, a buen seguro que facilitará las cosas a las mujeres que vengan detrás.
Sea como fuere, la mujer se muestra con menos prejuicios que el hombre para indagar, probar, buscar cosas nuevas, tiene menos clichés establecidos, se arriesga mucho más y también se deja asesorar mucho mejor que ellos. Va siendo el momento de que los sumilleres dejen de mirar a los hombres y vuelvan la cabeza hacia esa otra persona que se sienta enfrente, es el momento de que en los restaurantes comience a buscar la complicidad con la mujer.
Qué lejos quedan en el tiempo aquella época en la que existían dos tipos de carta, una para el caballero con los precios, y otra para su acompañante, sin ellos. ¿O no quedan tan lejos?”.
Ni más, ni menos. Esta semana nos toca abrir botella y compartir copa para brindar por la mujer, por las mujeres pero no solo en estos días, sino durante el próximo año, hasta un nuevo 8 de marzo.