El mundo del vino a sorbos

“La lucha contra el cambio climático consiguió hace dos semanas poner de acuerdo casi al mundo entero. Los representantes de cerca de 200 países, reunidos en la Cumbre del Clima, adoptaron el primer acuerdo global para atajar el calentamiento desencadenado por el hombre con sus emisiones de gases de efecto invernadero”, son los primeros comentarios que hemos podido leer en Internet ante una problemática en la que venimos perdiendo, pensamos, ya muchos meses y años. Tiempo habrá para examinar cada palabra del acuerdo final, al que no le faltarán las críticas, pero vamos a quedarnos, en esta colaboración semana con lo que nuestro  buscador nos enseña al pedirle “vino y cambio climático”.

Texto: Antonio Egido

 

En ‘investigacionyciencia.es’ encontramos el artículo de Kimberly A. Nicholas,  profesora de ciencias de la sostenibilidad en la Universidad de Lundl en el que nos cuenta la siguiente historia vivida en primera persona: “Era un día caluroso y me hallaba en el viñedo cubierta de polvo, de sudor y del zumo pegajoso de las uvas que había estado recogiendo para investigar cómo influyen la insolación y la temperatura en las características bioquímicas de la uva. De pronto, vi algo que hizo que me detuviera en seco. En un rincón de la parcela de 2,6 hectáreas en Carneros, en el legendario valle californiano de Sonoma, con sus ordenadas hileras de uvas pinot noir, descubrí un grupo de extrañas vides. Durante mi formación de grado en viticultura había estudiado la antigua técnica de la ampelografía, la práctica de identificar vides por la forma de sus hojas y racimos, lo que me ayudó a reconocerlas: variedades tintas de cabernet franc, petit verdot, syrah y malbec, y una variedad blanca, sauvignon blanc.

Cuando coincidí de nuevo con Ned Hill, un viejo amigo de la escuela que ahora gestiona algunos de los mejores viñedos de la región, incluido este, le pregunté por aquellas extrañas vides. “Son un experimento que estoy haciendo”, explicó. “Comienza a hacer demasiado calor por aquí para el pinot. Ahora mismo su precio es bueno y no quiero cambiarlo. Pero puede que muy pronto convenga cultivar otras variedades y estoy realizando pruebas con algunas adaptadas a climas más cálidos”.

¿Un cabernet en Carneros? Eso sonaba a herejía. La parte alta del valle de Napa es famosa por su cabernet, pero aquí, donde los valles de Sonoma y Napa se ensanchan y se unen para desembocar en la bahía de San Francisco, las condiciones son más frías y adecuadas para el pinot. Los días templados, las noches y brisas marinas frescas y los suelos arcillosos producen pinots con el sabor de fresas rojas recién cosechadas, y de especias como el cardamomo y la canela. Es el sabor del vino de donde procedo, una impronta que lo hace único y valioso.

Sin embargo, si las temperaturas siguen ascendiendo, el vino elaborado a partir de esas uvas cambiará. De hecho, los cultivadores tal vez deban sustituir las vides por las de syrah o incluso cabernet, pero a riesgo de acabar con la tradición de Carneros y perjudicar las ventas. Mi amigo podría también trasladar sus viñedos más al norte, en busca de climas más fríos; pero las uvas pinot en el nuevo emplazamiento, influidas por la tierra, la humedad y las precipitaciones de allí, carecerían del paladar del pinot de Carneros. O bien podría emplear los conocimientos recientes para modificar sus técnicas de cultivo y mantener así el sabor y el aroma del producto, una tarea ardua”.

Y junto a unas impresiones, un estudio, el que encontramos en ‘neiker.net’ titulado “Neiker investiga los efectos del cambio climático en los vinos de uva tempranillo” del que nos comentan lo siguiente: “El cambio climático afectará a la calidad de los vinos de la variedad de uva tempranillo, según las conclusiones de una investigación llevada a cabo por el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, Neiker-Tecnalia en colaboración con la Universidad de Navarra y la Estación Experimental de Aula Dei (EEAD) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Científicos de estos organismos han investigado el comportamiento de las vides en condiciones de cambio climático, es decir, mayor temperatura, mayor presencia de CO2 y mayor sequedad ambiental.

El resultado es un mosto con menor contenido de antocianos, lo que da lugar a vinos con menor color, y por tanto menor calidad (…).

La investigación se ha llevado a cabo en invernadero con vides de la especie ‘Vitis vinifera cv. tempranillo’. Los tres factores estudiados fueron cambio climático, estrés hídrico de la planta y textura del suelo. Para analizar el efecto del cambio climático en la uva, se colocaron vides en condiciones de mayor presencia de CO2, mayor temperatura y menor humedad relativa y otras vides en las condiciones climáticas actuales.

Además de los cambios de CO2 y temperatura se prevé que el cambio climático provoque una bajada de las lluvias y un reparto de estas en eventos más extremos, de ahí que uno de los tratamientos presentara plantas debidamente hidratadas (20-35% de contenido de agua en el suelo) y el otro tratamiento consistiera en plantas sometidas a déficit hídrico, a las que se regó con un 40% menos de agua. En cuanto al suelo, se estudiaron tres texturas diferentes, con un contenido de arcilla del 9%, 18% y 36%.

Entre los resultados más relevantes en cuanto a parámetros productivos y cualitativos, se observó que el cambio climático adelantó la vendimia en nueve días. Este adelanto redujo la concentración de antocianos, lo que dio lugar a vinos tintos con menos color. Por otra parte, provocó un aumento del pH del mosto. El nivel de pH es un factor de interés para las bodegas, ya que debe ser bajo para que los vinos se conserven de manera óptima.

El déficit de agua, por su parte, retrasó la maduración, vendimiándose diez días más tarde, y disminuyó el crecimiento de la viña. Este hecho supuso igualmente un aumento del pH del mosto y una disminución en el contenido de polifenoles. Los polifenoles se encuentran en la piel y pepitas de las uvas, y confieren aroma, color y sabor a los vinos. En cuanto a los suelos, los más arenosos –con menor contenido de arcilla- produjeron mostos con mayor cantidad de antocianos, lo que redunda en vinos de mayor color”.

Dos experiencias diferentes y muchos comentarios iremos escuchando y leyendo ante una problemática que se nos viene encima a todos por lo que al mundo del vino no les debe parecer ajeno.