Con la llegada del verano, se multiplican las ocasiones para disfrutar de la gastronomía, los encuentros y los paisajes. FIVIN, la Fundación para la Investigación del Vino y la Nutrición, explica que el consumo moderado de vino, cuando forma parte de un estilo de vida saludable, puede aportar beneficios para la salud y el bienestar general, siempre que se consuma con responsabilidad.

Más allá de su valor cultural y gastronómico, el vino es una bebida rica en polifenoles, compuestos bioactivos con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias que han sido ampliamente estudiados por la comunidad científica.

Qué dice la ciencia: consumo moderado de vino, corazón, memoria y piel

Estudios epidemiológicos recientes han señalado que el consumo moderado de vino se asocia con una reducción del riesgo de cardiopatía isquémica, lo que implica un aumento en la longevidad y una reducción de las incidencias cardiovasculares o cerebrovascular.

Esta acción cardioprotectora se debe, en parte, a que el vino favorece el aumento del colesterol HDL —el llamado colesterol “bueno”— que participa activamente en la eliminación del exceso de colesterol en el organismo.

Por otro lado, el resveratrol, uno de los polifenoles más estudiados presentes en el vino tinto, estimula la producción de colágeno y contribuye a la salud cutánea, ayudando a contrarrestar el envejecimiento prematuro provocado por la exposición solar prolongada. En los meses de verano, incorporar una copa de vino tinto en la cena podría convertirse en un pequeño gesto con impacto preventivo frente al fotoenvejecimiento.

Además, la evidencia científica también señala su papel beneficioso del consumo moderado de vino sobre la salud cerebral. Se ha observado que gracias a su alto contenido en polifenoles mejora la función cognitiva y podría reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de alzhéimer, gracias a su acción antiinflamatoria y antioxidante sobre el sistema nervioso.

Moderación y contexto: la clave del estilo de vida mediterráneo

Desde FIVIN se subraya que estos beneficios solo se observan en el marco de un patrón de consumo moderado y regular, es decir, repartido a lo largo de la semana y siempre acompañado de alimentos, como es el que recomienda la Dieta Mediterránea.

Desde la fundación se afirma que “el vino no debe entenderse como un producto aislado, sino como parte de una tradición gastronómica y cultural que prioriza el equilibrio, la socialización y el disfrute”. En este sentido, la ciencia nos ayuda a comprender cómo, con responsabilidad, el vino puede maridar con salud.

Este verano, disfrutar con sentido

FIVIN recuerda que el verano es una época ideal para reconectar con el estilo de vida mediterráneo: platos compartidos, tiempo sin prisa, productos frescos y momentos de encuentro. Y que una copa de vino, tomada con moderación, puede sumar placer, tradición y salud.

Porque tras cada copa de vino hay una historia, un territorio, un paisaje… y también un respaldo científico que, cuando se combina con responsabilidad, permite brindar por mucho más que el momento presente.

*Estas afirmaciones se basan en estudios que pueden consultarse en La Ciencia del Vino