Bodegas Florentino Martínez celebró el pasado 28 de agosto una cata en la cumbre de San Lorenzo (Monte Distercio) en la que participaron un grupo selecto de unos 30 montañeros amantes del vino y la naturaleza. Según el enólogo de la bodega, Chema Ibáñez, “la cata en altura nos permite percibir las características de cada vino con todo su potencial, al disminuir la presión los componentes aromáticos, una vez descorchada al botella, se desprenden con mayor facilidad”.
Según explica Ibáñez, Florentius Malvasía, tan pronto como se puso en copa, “invadió el entorno con una nube de aromas florales y de frutas tropicales». La intensidad aromática se mostró “mucho mas significada que en el valle. Cabe, pues, señalar que en la cumbre, los aromas desplieguen una mayor complejidad y por tanto la “nariz” es mucho más potente y abierto”,
El color “vira a tonos mas verdoso, bien por la composición lumínica, menos dispersa o pudiera ser por el reflejo del límpido azul del cielo”. En boca el ataque, más vivo y punzante “por el desprendimiento mas velos de carbónico por la acción conjunta de la menor presión y mayor temperatura”. Desataca un “notable aumento de estructura en boca y mayor potencia de sensaciones cítricas. Vemos como las lágrimas se forman con mayor rapidez y el vino tiene más ‘pierna’ que en el valle”.
Florentius tempranillo blanco “aparece con un tono mas dorado y verdosos. Globalmente le sucede lo mismo que al Florentius malvasía pero en este caso, en boca se refuerza dando una sensación más untuosa que atempera la acidez”.
Con Distercio crianza y Distercio reserva el color “es mas intenso que en el valle, aumenta el componente azulado y el violáceo pero los aromas primarios frutales y florales desaparecen muy rápidamente. Hay mayor percepción de taninos y de la acidez y en el conjunto dominan aromas y sabores de más ‘peso’ : tabaco y regaliz en el crianza y en el Distercio reserva abundante chocolate. Se produce una perdida importante del componente aromático y resalta la composición tánica, que se “esquina” y lo desestructura ligeramente”.
“Faltó tiempo –concluye Chema Ibáñez- para que la cumbre fuera regada con una primera copa y dejar al monte como primer catador y desde la tierra riojana más cercana a los cielos, el placer mayor, sin duda, fue brindar por esta Rioja, por estas tierras y por sus hombres, por lo que nos ofrece y por la gratitud que le debemos”.