vírgenes con uvas

El mundo del vino a sorbos
Texto: Antonio Egido

Como una forma cualquiera de extraerme a la actualidad más palpitante que vive este país, he solicitado esta semana al buscador que me aporte imágenes y comentarios a algo tan, en principio extraño dados los tiempos que corren, como puede ser iconografías de Virgen, con o sin niño, pero con un racimo de uvas en sus manos, pues no en vano, la religión y sus representaciones, no dejan de seguir teniendo su atractivo para muchos.

De esta forma me doy de cara con ‘culturadelvino.org’ donde me muestran ‘La Virgen y el Niño con un racimo de uvas’, obra de Lucas Cranach, el Viejo, un óleo sobre tabla del que dicen.Lucas Cranach, una de las figuras artísticas más importantes del Renacimiento alemán, estuvo muy vinculado a las ideas de la Reforma, aunque su amistad con Lutero no supuso inconveniente alguno para que siguiera pintando escenas religiosas destinadas a una clientela católica. En esta obra nos presenta en primer término a la Virgen cuyo rostro, modelado suavemente, recuerda el esfumado leonardesco. En el murete situado tras ella se aprecia una diminuta serpiente alada, su característica firma. Otro detalle digno de mención es la pequeña figura que casi pasa desapercibida, subiendo por el empinado sendero, y que se ha identificado con san José. Sin embargo, el símbolo que retiene nuestra atención es el racimo que sostiene la Virgen, relacionado con la Eucaristía y con el papel de redentor de Jesús. El cristianismo, al igual que el judaísmo y las religiones paganas clásicas, otorgó un significado muy especial a la vid. La tradición heredada de Egipto y Mesopotamia se refleja en la Biblia, que hace del vino un símbolo central de alegría, de vida y de fertilidad, un don especial de la divinidad a los seres humanos. La cepa, con sus sarmientos, pámpanos y uvas, las viñas y el vino están muy presentes en las metáforas y parábolas del Antiguo y del Nuevo Testamento: según algunos cálculos la vid y el vino se citan casi cuatrocientas veces en la Biblia. Tal abundancia se explica porque los textos sagrados se dirigían inicialmente a públicos para los que las labores asociadas a la viticultura y a la vinificación eran ampliamente conocidas.

El lugar central otorgado al vino, junto con el pan, en la eucaristía lo convirtió en un elemento imprescindible del culto. Razón por la cual se producía vino allí donde se levantaban templos cristianos, al menos hasta el siglo XIII, cuando dejaron de ser obligatorias las dos especies en la comunión de los fieles, aunque no en la consagración y comunión del sacerdote. Los reformadores protestantes no introdujeron ningún cambio desde este punto de vista: es más, recomendaron que todos los fieles comulgasen bajo las dos especies y compartiesen un mismo cáliz. Por ello cualquier cristiano, aunque viviese en lugares donde no se cultivaba, podía reconocer en los elementos de la vid símbolos de la promesa de vida eterna. El racimo de uvas, en un contexto semejante, aparece en otras dos obras de la Colección: La Sagrada Familia con un ángel, de Jacob Jordaens y su taller (c. 1625-1629) y La Sagrada Familia con ángeles y santos, de Joachim Antonisz. Wtewael (c. 1606-1610), ambas en la sala 20”. Esta obra pertenece al Museo Thyssen-Bornemisza

En ‘bacasclub.blogspot.com’ también nos muestran estas vírgenes, con y sin niño, con un racimo de uvas, con estos textos: “Se conocen diferentes símbolos que representados en pinturas tienen su significado acompañando al Niño Jesús.

El racimo de uvas es otro atributo habitual del Niño Jesús, que no es específico de los países productores de vino. Siempre se ha asociado la idea del sacrificio con las uvas, que aplastadas en el lagar, dejan escapar un mosto rojo como la sangre.

Muchos artistas se han hecho eco de este significado y han inmortalizado a la Virgen de las uvas.

La Virgen de las Uvas es una advocación mariana

El atributo del racimo de uvas para la Madre de Dios se utiliza sobre todo en las áreas de habla alemana, ya que en las regiones vinícolas de Alemania, Austria y Tirol del Sur la Virgen María es considerada la Santa Patrona de las uvas y del vino.

Desde la Antigüedad la uva es un símbolo de fertilidad y maternidad, y probablemente sea el atributo más lleno de Gracia de todos los que se utilizan para la Madre de Dios. Para la Iglesia Católica la uva simboliza la sangre derramada por Jesucristo en la Cruz que María le ofrece a la Humanidad para que alcance la Redención. Dicho de otra manera, es el símbolo de la transformación de Dios en un ser humano. Por esa razón, en las representaciones de la Virgen de las Uvas María tiene en sus brazos al Niño Jesús.

Un ejemplo es esta obra de Mignard, Pierre (1640s Óleo sobrºe lienzo, 121 x 94 cm) exhibida en el Musée du Louvre, París”.

Datos sobre iconografía religiosa sobre vírgenes con racimo de uvas en las manos que más que nada, nos ha servido para olvidarnos un poco de aquello que seguramente nos inquieta. Pero alegría en menos de diez días podremos disfrutar de los primeros vinos del año de la vendimia 2019.

 

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