El mundo del vino a sorbos
Texto: Antonio Egido

La Real Academia de La Lengua define la sabiduría como el “conjunto de conocimientos amplios y profundos que se adquieren mediante el estudio o la experiencia”, o bien la “facultad de las personas para actuar con sensatez, prudencia o acierto”, siendo esta una de las características que identifican a las personas, digamos, ‘mayores’. A veces incluso, los que superamos los 60 años recurrimos al refrán -que como todos están cargados de sabiduría popular- de que “más vale el diablo por viejo, que por diablo” indicando que la experiencia brinda más conocimiento y sabiduría que la astucia o la inteligencia inherente a la persona, ya que las propias experiencias de vida dan un conocimiento de lo que va sucediendo más allá de los estudios y los conocimientos. Si además añadimos, precisamente, estudios, reflexión y libertad de opinión, damos con las personas ‘casi perfectas’. Él, se lo aseguro, es una de las personas que conforman este apreciado -y muchas veces envidiado- grupo que gozan de experiencia, y mucho más. Pero desgraciadamente, el objetivo de la sociedad actual, cuando llegas a la completa ‘experiencia’, es ponerte en un punto y aparte, es decir, retirarte.

Echando, de forma muy ligera una vista a la historia, tenemos que admitir que, como ahora viene ocurriendo, el colectivo de las personas mayores no ha dejado de tener su importancia o bien se han convertido en una carga para la propia sociedad. Así, en tiempos de la antigüedad, los que llegaban a los 40 o 50 años con salud, eran tratados con respeto, aunque a los menos aptos (?) los ignoraban o incluso los mataban. En los tiempos clásicos de Roma o de Grecia, la vejez era ya la etapa de la decrepitud porque se valoraba mucho la belleza, la fuerza y la juventud. En el período Medieval y el Renacimiento la actitud antagonista hacia los ‘mayores’ se seguía manteniendo, y la vejez se veía tanto como el respeto por la sabiduría como una carga para la propia sociedad, cuando llegar a los 65 años era un hecho extraordinario. Pero si nos fijamos en el pensamiento oriental, en donde la familia era un núcleo atractivo, las jerarquías de edad eran totalmente respetadas por ser fuentes de sabiduría. En las culturas mediterráneas y latina, se suele respetar a las personas de edad pues los abuelos ayudaban a mantener la figura familiar.

En la actualidad, nos tienen o quieren retirar sin que nadie piense que poder disponer de una mente que se ha dedicado toda su vida, desde que terminó su carrera, por ejemplo, al periodismo del mundo del vino, no debemos consentir que se jubile, aunque haya llegado a sus 65 años. Él, por supuesto ha marcado tendencia.

Y tengo que recordar que la Denominación de Origen Rioja ha contado con este baluarte total en la que ha sido tanto su gabinete de comunicación, como luego asesor, teniendo en su cabeza mil y un datos que te los puede exponer para contradecirte la opinión que puedas tener de una Denominación que está, no solamente en España sino en el mundo-mundial, con el merecido marchamo de muy controladora, seria y siempre en plena evolución… pero no olvidamos que fue creador también de la Cofradía del Vino, que ha dirigido una de las revistas que siguen existiendo en este proceloso mundo del vino, después de 38 vendimias, o últimamente que está muy involucrado en la Asociación Cultural de Sumilleres de La Rioja. Pero además es autor de libros emblemáticos para esta Denominación como, entre otros muchos, ‘El vino de Rioja’; ‘Arte y cultura del vino de Rioja’; ‘El camino de Santiago en La Rioja’ o ‘Logroño, patrimonio arquitectónico’ con Taquio Uzqueda; ‘Campo Viejo’; ‘Luis Cañas, labrador de un sueño’; sin olvidar el proyecto que llevó adelante con la mirada de 26 artistas riojanas en el libro ‘La Rioja inabarcable’, con Taquio Uzqueda y el añorado José Antonio Aguado… aunque siempre nos sorprenderá con un nuevo libro recogiendo nuevas temáticas del mundo del vino fruto de sus investigaciones.

No les he dicho su nombre, aunque muchos lo habrán acertado. Javier Pascual Corral, periodista, que se jubila con 65 años. Esperemos y deseemos que, sin prisas pero sin pausas, nos siga demostrando que su experiencia es un valor que cotiza en alta. No en vano, la sociedad en general y el mundo del vino en particular, no puede perder la experiencia que ha venido acumulando para que todo su saber quede en el vacío, manteniendo siempre su coherencia. Por ello le pido: que su olfato periodístico, muy sensible, nos siga llevando siempre al análisis correcto de esta realidad cambiante, que saboree todo lo que está por llegar y que siga poniendo color a su jubilación.

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