Cuenta Íñigo González Inchaurraga en su libro ‘El Marqués que reflotó el Rioja’, referido al Marqués de Riscal –no uno, sino todos los que han heredado este título- que “la situación actual de la vitivinicultura de la Denominación de Origen Calificada Rioja tiene mucho que ver con los intentos que realizaron no solo los Quintano de Labastida a finales del siglo XVIII, sino también gracias al esfuerzo de la Diputación Foral de Álava y al Marqués de Riscal, al impulsar, a principios de la década de 1860, el proyecto denominado “Medoc Alavés”. La contribución a la puesta en marcha de dicha experiencia por parte de Guillermo Hurtado de Amézaga fue determinante en la selección del enólogo francés Jean Pineau y éste a su vez inició el cambio técnico más importante de toda la historia económica del Rioja hasta el momento”.

Texto: Antonio Egido

 

Un Jean “Cadiche” Pineau que fue contratado por el Marqués de Riscal, Guillermo Hurtado de Amézaga -primera generación de la saga entre 1794-1878- en nombre de la Diputación de Álava para trabajar como enólogo en el proyecto “Medoc Alavés” desde el año 1862 hasta 1868. Tanta importancia da la Diputación a este enólogo que le contrata ofreciéndole un sueldo tres veces superior al que estaba cobrando en el Chateau Lanessan, donde había aprendido con su padre los secretos del vino.

Seis años en los que el técnico francés mejoró la técnica de la elaboración, tomando como modelo a Burdeos, es decir buscando vinos más finos, más agradables de beber y perdurables en el tiempo, que eran, justamente, los más demandados por las clases más pudientes. Y para ello, Pineau dirigió todos los trabajos relacionados no solamente con las viñas y los vinos sino también con la tonelería.

No obstante, y a pesar de que la experiencia fue calificada por muchos como de “positiva”, pues era reconocido que los vinos se iban conservando perfectamente y cosecha a cosecha iban mejorando su calidad, no debemos ocultar que los nuevos métodos supusieron para algunos viticultores un aumento de sus problemas al no disponer de medios, ni infraestructuras para almacenar los vinos en unas bodegas que eran todavía muy tradicionales. Aun así no olvidemos que los vinos del francés adaptados a la zona de Rioja Alavesa consiguen la medalla de oro en la Exposición Internacional Franco Española celebrada en Bayona en 1864, o los variados premios que se trajeron de la Exposición de Burdeos de 1865. Pero el proyecto no dio más de sí y en 1868 la Diputación prescinde de los servicios de Jean Pineau.

Comienza en Marqués de Riscal

Tras el “fracaso” de ese proyecto liderado por la institución foral, Jean Pineau fue contratado por Guillermo Hurtado de Amézaga en Elciego para convertirse en el leal administrador de sus propiedades o “maestro bodeguero” fijando su residencia en esta localidad donde permanecerá durante 21 años, por lo que sobrevivió a la segunda generación del Marqués de Riscal, protagonizada principalmente por Camilo Hurtado de Amézaga y José Carlos Hurtado de Amézaga.

Este tiempo, como refiere Íñigo González Inchaurraga, fue suficiente para que todos los procesos de vitivinicultura de esta bodega “aunque al comienzo de la experiencia imitaron a los bordeleses, acabaron siendo mejorados y dieron como resultado unos productos que técnicamente consiguieron una identidad propia”, unido a una gestión comercial diferente al de las bodegas de su entorno buscando su acomodo en mercados exteriores, a la espera de la evolución del mercado interno que, tarde o temprano, tenía que adaptarse hacia “los gustos más cercanos a los vinos finos con crianza, además de que la renta media disponible permitiese el gasto en semejante artículo”.

Pero Pineau, además, introdujo en la bodega novedosas prácticas que hoy nos parecen más que normales, como que la vendimia en la Administración de Elciego -nombre de la bodega del Marqués de Riscal- se realizara en función del grado de madurez de las uvas y del estado de cada finca y no, como se venía realizando hasta entonces, “a toque de corneta de un bando municipal que igualaba vendimias” que, en el campo, nunca eran iguales; o conseguir que la elaboración industrial, año a año, fuera si no exactamente igual, sí muy parecida para que cada vino de la bodega tuviera su estilo, lo que suponía una nueva organización empresarial que fue asumida por Camilo Hurtado de Amézaga y que suponía repensar los procesos de elaboración y crianza del vino así como su venta en los mercados internacionales, lo que se consiguió, parafraseando a Íñigo González Inchaurraga, con la “aplicación del conocimiento científico a la tecnología industrial que ya se había empleado en Burdeos y que ahora se podría aplicar en su bodega de Elciego”. Por ello construyó una nueva bodega que encargó al ingeniero logroñés Ricardo Bellsolá y que entregó al Marqués antes de finales de 1868, año en el que Pineau es contratado para Marqués de Riscal.

Pero tampoco debemos olvidar en la nueva bodega la elección de la clase de vid que había que cultivar para que la uva se convirtiera en una solución más que en un problema y por ello el mismo Camilo Hurtado de Amezaga escribía en 1867 que “hay propietarios en Burdeos que solo con hacer injertos de especies finas han logrado ver sus vinos pasar de la quinta categoría a la tercera, y esto equivale a duplicar el precio de venta, por lo que está claro que con una vid ordinaria será siempre imposible hacer un buen vino”, habiendo plantado entre los años 1863 y 1868 los primeros sarmientos traídos de Medoc, colocándose cabernet sauvignon, malbec y semillon rouge, si bien entre 1880 y 1890, el mayor porcentaje de tipo de vid era el tempranillo en un 76,37% seguida a mucha distancia del graciano (7,38%) y ya como variedades residuales la calagraña, majuelo y jaén, que sobrepasaban el mínimo del 4%.

 

Futuro

 

Marqués de Riscal tiene grabadas en su historia muy diferentes fechas, aunque hasta ahora nos hemos referido al germen de lo que es en la actualidad esta bodega, que cuenta con uno de los mayores recorridos históricos. En 1858 se fecha, en Elciego, el nacimiento del sueño que tuvo su creador, siendo sus principales hitos, los siguientes: primera ampliación de la bodega (1883); primeros vinos embotellados (1862); primer vino de autor, Marqués de Chirel (1986); primera mesa de selección manual de uva (1995); inauguración de la Ciudad del Vino y el hotel Marqués de Riscal diseñado por Frank O. Gehry, todo un acierto enoturístico (2006); lanzamiento Finca Torrea y Finca Montico (2009); compra de Marqués de Arienzo (2010); creación del Aula Marqués de Riscal, obtención de la estrella Michelín por parte del restaurante, transformación de la bodega de 1883 en un espacio equipado con la última tecnología o subasta histórica en China donde se pagan 161.000 euros, la cantidad más alta, hasta la fecha, por una colección de vinos españoles (2011). Siempre en una línea de empresa innovadora, pionera y referente de un sector vitivinícola en continua transformación, que además ha demostrado su vocación claramente exportadora, hasta conseguir colocar en el mercado exterior hasta el 80% de su producción.

Ahora mismo Marqués de Riscal sigue conquistado el futuro. Alejandro Aznar, como los ya lejanos propietarios de esta bodega, supo adelantarse a su tiempo y en el Proyecto 2000 lanzó el reto de marketing más ambicioso de la historia de esta bodega. Partiendo de la idea de la construcción de un chateau al arquitecto Frank Gehry, este proyecto inicial se acabó convirtiendo en la Ciudad del Vino con sede social, hotel, restaurante y balneario de vinoterapia. De esta forma se ha conseguido que no solamente se haya asociado la bodega a un edifico emblemático en el mundo, sino que ha puesto su marca en boca de los que buscan en el vino nuevas experiencias, descubrir en el vino algo más que su agradable degustación.  

 

El reportaje puede verse en el nº210 de La Prensa del Rioja