El periodista Juancho Asenjo junto al enólogo, escritor, director de Excell Ibérica y profesor de la Universidad de La Rioja, además de investigador, Antonio Tomás Palacios y Tao Platón, enólogo y director técnico de Península Vinicultores, departieron sobre las verdades y mentiras del mundo del vino en Madrid Fusión.
Planteadas preguntas como: ¿El vino de autor es siempre mejor que el de las grandes bodegas? ¿Con menos elaboración siempre se hará mejor vino? ¿Mezclar uvas es peor que recurrir a una sola variedad?… sin tener unas respuestas categóricas, en el mundo del vino no faltan los tópicos, bulos o equívocos que fueron desentrañando estos expertos.
Para ello, Tao, se refirió a las falsedades, apuntando que “La principal mentira del mundo del vino es considerar que el consumidor no es lo suficientemente inteligente y generar un misterio detrás de una botella. Se cuentan muchas cosas que no pasan desde la viña al embotellado”, mientras que Antonio Palacios si fijó en el dicho que “los vinos de antes siempre fueron mejores, y los de ahora todos son iguales y aburridos”, defendiendo además que “hoy podemos disfrutar de la mayor diversidad de vinos en todo el planeta y podemos dar la vuelta al mundo del vino en vino”, sin olvidar que “la acción humana es la que hace un buen vino. La uva tiende a convertirse en vinagre y el ser humano, que aplica los procesos de transformación, debe saber cómo conseguir otra cosa”.
También negó Palacios que la innovación perjudica al vino en lugar de mejorarlo. “Tenemos cierta ‘cienciafobia’ y miedo al cambio, pero innovar es presentar nuevos vinos y perseguir el futuro. La innovación y la tradición no son enemigas si la una respeta a la otra”, a lo que apostilló Tao que “el vino sin intervención no es vino, pero los hay que pierden la personalidad por la excesiva intervención”.
Sobre las pequeñas o grandes producciones relacionadas con la calidad del interior de la botella, Palacios indicó que “hay vinos de 3.000 botellas mediocres. Si una bodega debe hacer dos millones de botellas de determinada manera, a ese producto se le exigirá de todo. Si se hace con sentido común y conocimiento, se hará bien. A los vinos de 3.000 botellas se les perdona absolutamente todo. Está muy bien encumbrar a pequeños productores, pero en el sector hay 450.000 puestos de trabajo y debemos alabar a los que hacen dos millones de botellas con enorme sacrificio y dignidad”, indicando que no hay que señalar un vino de mezcla de variedades sobre el monovarietal, porque “hay vinos de un solo viñedo fabulosos, pero también lo pueden ser los de mezcla, y más en el Mediterráneo. Lo mejor es el equilibrio”, defendiendo el arte del ‘coupage’ “como ocurre con los buenos cocineros”.