Marisol Ruiz Ijalba, Carmen Enciso, Raquel Pérez, Cristina Forner,  Conchi López de Aguileta, Victoria CañasGloria Santamaría comparten sus reflexiones sobre el sector

Sin ser las grandes olvidadas, lo cierto es que el mundo del vino –palabra masculina– ha relegado a la invisibilidad durante muchos años el papel decisorio de las mujeres, las mismas que han venido trabajando desde siempre en la viña y cada vez más en la enología, palabras ambas femeninas. Por primera vez La Prensa del Rioja ha reunido a siete ‘Damas del Rioja’, no tanto con el fin de hacerles un homenaje, que también, sino principalmente para conocer su particular visión del mundo del vino y las razones que les han impulsado a asumir responsabilidades directivas en este mundo eminentemente masculino. Siete mujeres con poder de decisión al frente de otras tantas bodegas que representan la diversidad de modelos empresariales de la D.O.Ca. Rioja: Carmen Enciso de Valenciso, Conchi López de Aguileta de Señorío de las Viñas, Cristina Forner de Marqués de Cáceres, Gloria Santamaría de Pagos de Leza, Marisol Ruiz Ijalba de Viña Ijalba, Raquel Pérez de Ontañón y Victoria Cañas de Díez-Caballero. Todas están de acuerdo en que “el vino crea adicción” y que palabras como ‘esfuerzo’, ‘constancia’ o ‘memoria empresarial’ las han acompañado a lo largo de sus vidas. El Rioja en sus manos está muy seguro.

Textos: Mirian Terroba, Antonio Egido y Javier Pascual
Fotografías: Fernando Caballero (Reproimagen)

¿Negocio de hombres?

El debate arranca con unas primeras impresiones de nuestras ‘Damas del Rioja’ sobre lo que representa para ellas trabajar en el que se consideraba hasta hace poco ‘un negocio de hombres’. Antes de incorporarse a la dirección de la bodega, Marisol Ruiz Ijalba trabajaba en las oficinas de la empresa familiar de la construcción, “un mundo totalmente de hombres, entre mi padre y mis dos hermanos, donde tenía que escuchar y callar”. “Menos mal que ahora me apoyan mis hijas en la bodega”. La más joven del grupo, Raquel Pérez, asegura que no ha tenido problemas por ser mujer y que sus compañeros siempre la han respetado como una más. “Cada vez estaremos más mujeres, pero no por la cuota del 50%, sino porque nos ganaremos nuestro puesto, ya que creo firmemente en la mujer y en la riqueza de su capacidad mental, que me parece muy importante”.

“Lo mismo tú no has tenido estas impresiones porque has estado en la exportación -responde Gloria Santamaría-, pero el mundo de la bodega ha sido muy machista durante muchos años. Yo creo que de cinco años para acá es cuando ha ido cambiando el tema”. Gloria sabía desde muy joven que el mundo del vino era un mundo de hombres y, por eso considera que hubiera sido más normal que los dos varones que había en su familia terminaran en la bodega en vez de ella. “Yo sí que me he tenido que ganar el trabajo. Iba a reuniones con bodegueros y como era una cría de 24 o 25 añitos me decían ¡qué, nena!”. Como anécdota, cuenta una reciente visita de Rafa Vivanco a su bodega que le dijo: “ya eres Gloria Santamaría, ya no eres la hija de Angelito”. “La verdad es que no me importaba, porque mi padre era una persona maravillosa y he aprendido mucho de él y de toda esa generación de bodegueros, que eran como mis padres. Ahora el mundo del vino ya no es machista”.

Cristina Forner corrobora que “ahora el respeto se nota”, pero no oculta que su condición de mujer le hizo más dura su incorporación al trabajo en la bodega. “A veces, en este negocio que estaba tan dominado por los hombres, yo parecía un florero, mi padre me decía “escucha, observa, aprende y no hables, no vaya a ser que digas una tontería”. Como no hay mal que por bien no venga, Cristina supo sacar partido a esa situación: “me obligó a escuchar a la gente e intentar saber sus gustos, su sensibilidad y me ha ayudado a comercializar nuestros vinos, porque vender significa tratar de que tu proyecto encaje en lo que la gente espera”.

Revisión del modelo de Rioja, pero con prudencia

Sin apenas prolegómenos, se entra a fondo en el debate sobre el modelo de Rioja y Victoria Cañas, seguramente por su condición de ‘decana’ del grupo, pone el listón muy alto cuando indica que “sería maravilloso que desde aquí y otros pequeños núcleos, surgiera el germen de la sinceridad, de la honradez, de la exigencia para llevarlos a la credibilidad de nuestros vinos”. “Esta Denominación es un vagón excesivamente grande -sentencia-, pero los asientos deberían ser cada vez más transparentes”.

A Cristina Forner le llama la atención el grave riesgo que conllevan ciertos planteamientos eminentemente políticos, pues está convencida de que Rioja alcanza su mayor potencial cuando elabora sus vinos mediante el ensamblaje de diferentes parcelas, de diferentes viñedos. “¿Por qué tienen que elaborarse exclusivamente de una parcela?”, pregunta Cristina, para quien hoy en día el gran objetivo de Rioja debe ser “ofrecer lo mejor año tras año” y “defender la identidad de sus vinos”, que históricamente han sido vinos de ensamblaje de las tres subzonas, con sus categorías de crianza, reserva y gran reserva. “Esto no impide que pueda existir todo lo que se quiera, pero ya estamos sufriendo en el mercado para explicar todas estas categorías, así que, antes de cargarse un modelo, tratemos de mejorarlo, pues esa capacidad de poder tocar varias teclas para conseguir la mejor calidad es fundamental”.

Desde su perspectiva de vocal del Consejo Regulador, Raquel Pérez pone el foco sobre la diferenciación de Rioja con otras regiones vinícolas cuando asegura que “desde nuestra profesionalidad tenemos que tomar decisiones, aunque algunas sean impopulares, pero en comparación a lo que hacen otras Denominaciones yo veo que aquí se hacen bien las cosas, algo de lo que te das cuenta cuando viajas”. “Tenemos un gran valor y lo tenemos que salvaguardar, pero no podemos pecar de inmovilismo”. Y recuerda que por eso ahora el Consejo se halla inmerso en el proyecto de creación de ‘viñedos singulares’, en respuesta a la sensibilidad mostrada por gente que se quiere diferenciar, proyecto que para Raquel “a lo mejor no es la fórmula mágica, pero buscamos soluciones dentro de la legalidad para que no nos hagamos trampas a nosotros mismos”. “Partiendo de la base de que lo más importante que tenemos en esta Denominación es la palabra Rioja, intentar la diferenciación me parece positivo”, concluye Raquel, aunque sin perder la ocasión de lamentar “el afán que tenemos de decir que todo es una gaita, cuando nos estamos moviendo y tenemos motivos más que sobrados para sentirnos muy orgullosos de un modelo en el que, con diferentes apuestas y sensibilidades, todos tenemos cabida y nos respetamos”.

“Yo me he encontrado en esta Denominación con gente que tiene una sabiduría innata, donde impera el sentido común, que es el menos común de los sentidos -afirma Cristina Forner-, y ese sentido común es el que debe mantenerse”. Carmen Enciso piensa que “en el futuro sí se necesita un cambio, porque nos podemos morir de éxito”, pero mientras todo vaya bien tampoco hay que volverse locos, “sólo con controlar los rendimientos creo que ganaríamos mucho”. Para Gloria Santamaría “lo que hay que diferenciar es la calidad del producto, no las zonas, y así el consumidor sabrá siempre lo que compra”. Tras un intercambio de pareceres entre todas las participantes en el encuentro, Javier Pascual subraya la coincidencia general de las siete bodegueras en apostar por la evolución de Rioja teniendo los pies en el suelo y teniendo claro cuál es el pasado y presente de la Denominación, a lo que Gloria Santamaría añade que “los cambios agresivos, si no están muy claros y muy controlados, son muy complicados”. “Pero lo más importante -insiste Victoria Cañas- es no hacerse trampas en el solitario, trabajar en la bodega y amoldarte al mercado, pero sin hacerte trampas”.

El reportaje completo está publicado en el Nº 218 de La Prensa del Rioja