El mundo del vino a sorbos
Texto: Antonio Egido
Poco a poco, y en algunas circunstancias, estamos tomando nota de lo que ocurre en los Estados Unidos, que son el ejemplo de un excelente marketing al que debemos copiar. No en vano, si uno acude a uno de los centros comerciales de cualquier estado (americano) no deja de asombrarse, por ejemplo, la cantidad de establecimientos gastronómicos que cubren las necesidades de cualquier tipo de cocina. Qué cosa tan rara cuando en España lo típico es albergar en estos mismos centros que atraen a cantidad importante de consumidores, uno o dos bares/restaurantes, sin darnos cuenta de que allá donde hay público, debemos atraerlos para ofrecerlos diferentes posibilidades en horas y horas de ocio.
O llevado a otro tipo de realidades, los americanos también descubrieron, hace ya mucho tiempo, que aunque cada cantante o grupo ‘perteneciera’ a un sello discográfico, el hecho de hacer duetos, beneficiaba a ambas discográficas. Lo que significaba, también, a los dos intérpretes o grupos, porque no solamente ‘movían las ventas’ de esa canción o canciones que interpretaban juntos, sino que vendían más los catálogos de cada uno de los intérpretes con el consiguiente beneficio de los sellos discográficos. Aunque tardaron tiempo, ya viene siendo algo habitual.
Pasado todo esto al mundo del vino no debemos sorprendernos que, al final, estamos en los inicios de la digitalización. Porque mucho más allá de guardar fórmulas secretas, que al final todos ellos las conocen, el mundo del campo y el vino, debe abrirse a lo que ya es la Inteligencia Artificial. Y por detrás de todo esto se encuentra “la obligación social de compartir conocimiento” o bien “una nueva estrategia basada en el conocimiento entendido como inteligencia colectiva”.
Es uno de los temas que ofrece La Prensa del Rioja’ en su edición número 242 con una conversación entre Leticia Pérez, responsable de viticultura en Queirón e Ignacio Pascual, investigador de Ericsson, que me parece no debe caer en saco vacío. El mundo del campo y en general el mundo del vino debe subirse a este tren de futuro. Y esto sin que debamos recordar que don Hilarión ya comentaba, en 1894, a don Sebastián que “las ciencias adelantan que es una barbaridad”, en la famosa y conocida zarzuela ‘La verbena de la Paloma’. Si aquello sucedía en el siglo XIX, no les quiero ni comentar lo que ahora mismo ofrecen las posibilidades de la tecnología en ya pleno siglo XXI.
En la conversación entre estos dos ingenieros aportaron ideas como hay que “profesionalizar la agricultura”, si bien el problema es que la abandonemos porque no hay jóvenes para el recambio, de manera especial en el campo que no tiene parece ser, especial atractivo para la juventud, una vez que son abandonados por los mayores. Pero también nos indican que debe haber conexiones entre los muy diferentes proyectos que ya existen y se desarrollan sobre la digitalización, fijando en el siempre bien colocado por el mundo del vino -bien como depositario o coordinador de todo ese conocimiento-, al Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV), referente absoluto por la materia gris que allí se encierra demostrando, día a día, su atractivo potencial.
Este encuentro supuso poner en letra escrita lo que muchos ya creíamos y que es lo que está por venir… destacando como principal mensaje que las bodegas, al fin y al cabo, no son rivales, sino compañeros de lucha en el consumo del vino. Por ello, allá donde hay muchas bodegas -como en el Barrio de la Estación de Haro- no debemos negar que cada día atrae a más personas que van a consumir y llevarse botellas a sus casas. Ahí está la diferencia. Y la ayuda de la Inteligencia Artificial será crucial.