El mundo del vino a sorbos

El vino, ya lo hemos comentado en alguna ocasión anterior, tiene muchas propiedades, y una de ellas, destacada en ciertos momentos de la historia del hombre, es el haberse convertido en medicina o por lo menos, en elemento sanador de heridas. Ese es el tema que hoy hemos elegido para lanzarle al buscador nuestra pregunta semanal, la relación que existe entre le vino y la medicina. Y las respuestas no se han hecho esperar.

Texto: Antonio Egido

En total, 2.340.000.000 son los resultados obtenidos, de los que nos quedamos solamente con los primeros, como es nuestra costumbre. Y entre ellos aparece la página ‘saber.es’ donde Ubaldo de Casanova nos comienza su artículo afirmando que “Aunque sea de una manera muy breve, no obstante vale la pena incidir en la acción salutífera del vino, en el vino como medicina a través de la Historia. Plinio, erudito y escritor latino del siglo I d. C., en su Historia Natural, ironizó, aunque muy acertadamente, diciendo que “el vino es por sí solo un remedio, y (…) nutre de fuerzas la sangre del hombre, alegra el estómago, adormece las penas y las preocupaciones”.

En líneas generales, se puede decir que esto es así, porque tornado en dosis moderadas se le reconocen propiedades benéficas. Diversos autores han encontrado en el vino efectos terapéuticos para el tratamiento de anemias, catarros, arteriosclerosis, cálculos biliares, diabetes, anorexias, diarreas, estreñimientos, cistitis, pielitis, artritis, artrosis, halitosis, bocio, etc. Hasta no hace muchos años era empleado como un fármaco muy eficaz y se sabe que los egipcios utilizaban el vino como antiséptico y los persas como germicida. Jenofonte, en sus Anábasis, relata que Ciro ordenaba a sus tropas que llevaran en sus provisiones vino para mezclarlo con el agua de las tierras extranjeras, ya que contenían gérmenes a los que no estaba habituado el organismo de sus hombres. Desde mucho tiempo antes se utilizaba eficazmente para combatir la presencia de gérmenes nocivos en alimentos crudos, caso de las ensaladas”. Un buen comienzo para un artículo muy documentado.

Por su parte Esther sin Hache en la página ‘estersinhache.blogspot.com.es’ nos refiere que “Diversos estudios han incidido en los últimos tiempos en las extraordinarias propiedades que tiene el vino. Siempre que su consumo sea moderado y tratándose de vinos de calidad, tomar una o dos copas diarias de este caldo, es muy beneficioso para el organismo en general.

Algunas de sus propiedades consisten en que regula y atrasa las depresiones, es antioxidante, mata las bacterias y regula la tensión arterial.
Para que cumpla estas funciones debe tener entre 11 y 13 º, el alcohol ideal para un vino sano y saludable.

Tomándolo en la dosis señalada, no más de dos copas al día, aumenta el tono vital, metabolizando el azúcar y actuando como neurotransmisor cerebral.
Puede tener efectos ansiolíticos, disolviendo el estrés emocional, a la vez que su ingesta mejora la comunicación entre las personas, con lo que uno se vuelve más sociable.

Pero si hay algo en lo que coinciden la mayoría de los estudios y en lo que los investigadores están centrando sus trabajos es en las propiedades cardiovasculares que tiene el vino tinto. Su consumo moderado incrementa el colesterol bueno y disminuye el colesterol malo, reduce la presión arterial y favorece la circulación cerebral. Los estudios se centran en los beneficios derivados de las materias colorantes del vino tinto. Los polifenoles que en él se encuentran tienen importantes efectos antioxidantes que disminuyen el deterioro de las células y contribuyen a evitar la formación de coágulos en la sangre.

Así que habrá que tener en cuenta a los científicos y hacerles caso, siempre con moderación, sobre todo si se trata de un buen vino Rioja”.

Y en ‘lugardelvino.com/salud’ volvemos a las citas históricas recordándonos que “El empleo del vino como medicina se remonta al antiguo Egipto, donde se empleaba como infusión de diferentes hierbas medicinales. Hipócrates menciona su uso como desinfectante de las heridas o como un vehículo de otras drogas. De la misma forma Galeno ilustra ejemplos de su uso en medicina como tonificante y estimulante de la digestión.

Contrario a la opinión errónea de algunos, las bebidas alcohólicas no son estimulantes mentales, sino que, en realidad, son sedantes y calmantes del sistema nervioso central. “Den ustedes licor embriagante al que está a punto de perecer, y vino a los que están amargados de alma”, no como estimulante mental para que tales personas sean más conscientes de su desgracia, sino, más bien, como dice el proverbio, para que pueda ‘olvidarse de sus problemas’.

Los romanos tenían la antigua costumbre de dar a los criminales vino mezclado con droga para mitigar el dolor de la ejecución. Quizás esta es la razón por la que los soldados romanos le ofrecieron a Jesús vino mezclado con droga cuando lo crucificaban. (Mr 15:23.).

En muchos casos el uso del vino se relacionó con la magia y la alquimia. En 1555 el autor alquimista Alessio Piemontese escribió numerosas recetas con vino. Sin embargo, a partir de la destilación descubierta por Arnau de Vilanova (aqua vitæ), el uso medicinal del vino pasó a un segundo plano.

Actualmente se utiliza la vinoterapia como un tratamiento contra el estrés. A partir del vino, y por las cualidades antioxidantes que posee, se producen cosméticos que tonifican la piel”.

Ya lo ven, el vino y sus múltiples utilidades. Hoy mejor que nunca encaja un “por su salud” como grito de cierre de este artículo.