El mundo del vino a sorbos
Está reconocido el vino como alimento, pero además, esta semana, queríamos conocer lo que Internet dice con referencia al vino como medicina. Y la verdad es que no faltan las referencias, de forma especial a los tiempos pasados en los que el vino se utilizaba como remedio curativo.
Texto: Antonio Egido
Así en ‘solociencia.com/medicina’ encontramos este comentario: “Un informe reseñando los últimos estudios sobre el consumo de vino tinto y la salud cardiovascular, parece sugerir que beber de dos a tres vasos diarios de vino tinto podría ser beneficioso para el corazón. Esto es lo que sostiene el profesor Bauer Sumpio, doctor en Medicina, y jefe de la sección de cirugía vascular en el Departamento de Cirugía de la Escuela de Medicina de Yale, quien matiza, sin embargo, que el consenso actual es que no se trata del alcohol, sino de alguna otra cosa.
Sumpio piensa que hay probablemente varios mecanismos de protección desde un punto de vista cardiovascular. Los investigadores han estado tratando de precisar por qué el vino tinto tiene un efecto protector cardiovascular, desde el descubrimiento de la llamada «Paradoja francesa» en 1992, cuando los investigadores encontraron una tasa de mortalidad por enfermedad cardiaca isquémica, un 40 por ciento inferior entre franceses con una elevada cantidad de grasas saturadas en su dieta.
Hay varios estudios que muestran que ingerir entre 56 y 85 gramos de alcohol cada día tiene un efecto beneficioso, pero el consumo de una cantidad mayor empieza a tener un efecto negativo para la salud. Los estudios que comparan el licor, la cerveza y el vino muestran algún beneficio en el licor y la cerveza, pero un beneficio abrumador en el caso de beber vino tinto.
En su laboratorio, Sumpio encontró polifenoles, poderosos antioxidantes también hallados en frutas, particularmente bayas, té verde y chocolate. Los antioxidantes desaceleran el deterioro de la célula. Los polifenoles también ayudan a impedir el aumento de placas en las células del músculo liso, y la formación de coágulos de sangre”.
En esta misma línea y en ‘euskomedia.org’ nos encontramos con el estudio “El aguardiente y el vino como componentes de remedios medicinales según los Ms. Medievales” firmado por Ricardo Cierbide Martinena, profesor de la UPV/EHU. Facultad de Filología, Geografía e Historia, y cuyo inicio es el siguiente: “El vino era considerado remedio curativo por la medicina medieval, y como tal es citado en numerosos tratados. Especialmente apreciado por sus virtudes terapéuticas era el aguardiente resultante de su destilación. En este trabajo se recogen sus principales aplicaciones tal como aparecen mencionadas en el manuscrito de Gillem de Mallorca conservado en la Facultad de Medicina de Montpellier (ca. 1470), así como algunos conjuros y un glosario de las plantas, resinas y otros ingredientes citados en diversas fuentes manuscritas de los siglos XIII a XV”.
Finalmente en ‘oni.escuelas.edu.ar’ nos dicen que “Desde hace mucho tiempo el vino está considerado como un elemento de base en la nutrición humana. Lo que escribió Olivier de Serres en 1600, en su Theatre de 1’Agricultura resume una opinión general que el tiempo se ha encargado de confirmar: «Después del pan, viene el vino, segundo elemento entregado por el Creador para la conservación de esta vida, y el primero celebrado por su excelencia”.
Pero antes que él, la célebre frase del Eclesiástico, prueba que 1000 años antes de nuestra era ya se admitía que el vino era un alimento de primera necesidad, tan indispensable como el pan: «Ve come alegremente tu pan y bebe con gusto tu vino».
En los siglos XVII y XVIII, el agua era considerada como una mala bebida. Sydenhar, pretende que las gentes pobres, bebedores de agua, no llegan a conservar su salud sino merced a una adaptación de su organismo para las malas condiciones. Buffon era también de esta opinión: «El agua pura no bastaría a los trabajadores para mantener sus fuerzas. En toda época el hombre ha buscado en su alimentación algo más que la vulgar satisfacción de una necesidad física. Ha buscado siempre procurarse, gracias a los alimentos, no solamente el simple hecho de nutrirse sino un conjunto de satisfacciones físicas y psíquicas, un medio de luchar contra la fatiga y las preocupaciones al mismo tiempo que una ligera y bienhechora excitación.
Además de sus virtudes higiénicas y dietéticas, el vino, lazo de unión entre la Tierra y el Espíritu, es el solo alimento que haya respondido, sin duda y de manera ideal, a este deseo inherente a la raza humana. Ningún otro producto salido de la tierra ocupa este sitio de honor; ningún producto habla más directamente a nuestros corazones, a nuestros gustos, a nuestros recuerdos o a nuestros sueños, ni el trigo, gracias al cual el mito del «pan nuestro de cada día» es realidad para millones de hombres, ni el arroz, que asegurara la subsistencia de todo un continente, ni el café, ni el té.
Y por todo ello es por lo que el vino, alimento espiritual, cuya historia, es inseparable de la del hombre y de la civilización, guardará indudablemente y para siempre su plaza aparte en nuestra alimentación”.
Esto nos acerca al mundo del vino desde una nueva perspectivas, pero al contener alcohol, ya lo saben, hay que hacerlo siempre con moderación, con mucha moderación.