alcalde de Logroño Pablo Hermoso de Mendoza Cofradía Vino de Rioja

Blog El Descorche de La Prensa del Rioja
Texto: Javier Pascual, director de La Prensa del Rioja

El Gran Maestre de la Cofradía del Vino de Rioja administró con la delicadeza “que es menester” el preceptivo ‘cepazo’ al alcalde de Logroño, ritual que completaba la promesa de fidelidad al vino de Rioja realizada por Pablo Hermoso de Mendoza con la mano extendida sobre una botella de vino. De esta manera tan ceremoniosa, aunque no exenta del necesario toque lúdico, pasaba a formar parte del selecto elenco de Cofrades de Mérito que la Cofradía ha tenido a bien nombrar en sus 35 años de historia. Como testigos, los retratos de un buen puñado de quienes fueron alcaldes de la ciudad, una veintena de cofrades ataviados con sus capas de aire renacentista y, por supuesto, los periodistas que dejaremos constancia de lo visto y oído en esa sala noble del Ayuntamiento de Logroño la mañana del 12 de diciembre.

Cuando el Gran Maestre, Javier Gracia, explicó en su intervención las razones de la Cofradía para reconocer los méritos del alcalde, no pareció tan importante lo ya realizado por éste como lo que está por venir. La sensibilidad de Pablo Hermoso por lo que representa el vino no solo para la economía, sino para la propia identidad de la región es más que evidente, como lo es su preocupación por la educación en un consumo saludable desde la infancia y la utilización como herramienta de promoción turística de los muchos recursos generados históricamente por la cultura del vino en la ciudad de Logroño. Así dejó constancia de ello al agradecer a la Cofradía un nombramiento con el que dijo sentirse muy honrado, al tiempo que comprometido con esa causa que han abrazado todos los cofrades en pro de la divulgación del conocimiento del vino de Rioja y la defensa de su buen nombre.

Ese ‘compromiso’ del alcalde lo concretó el Gran Maestre en un objetivo: “que Logroño sea la ciudad del vino, reconocida por todos en el mundo como la catedral del vino, como una verdadera enópolis”. Reconoció haber tomado este último concepto, de contenido eminentemente económico, de una entrevista en la que Pablo Hermoso de Mendoza, tras su elección como alcalde, hablaba de su visión de la ciudad: “nuestra singularidad estratégica radica en el vino, ya que define no solo una actividad económica, sino un modelo de vida que queremos preservar”. “Tenemos que hacer del vino y de la gastronomía un aliciente para la atracción de un turismo culto y sofisticado, dentro del ecosistema que supone La Rioja, con el vino como su seña de identidad”, concluía el alcalde, sin olvidar una inteligente alusión a que “éste ha de ser un proyecto compartido por todos”.

Desde luego, solo con esta declaración de intenciones estaba más que justificado el ingreso de Pablo Hermoso de Mendoza entre los meritorios de la Cofradía, pues como subrayó el Gran Maestre “su objetivo para Logroño como ciudad del vino no es muy diferente de lo que nosotros pensamos”. Dicho lo cual aprovechó para ofrecerse a compartir la tarea, “ya que la Cofradía del Vino de Rioja puede, debe y quiere colaborar en tal proyecto”. Celebró también lo que definió como “un reencuentro entre la Alcaldía de Logroño y la Cofradía del Vino de Rioja”, que permitirá recuperar “una larga historia de colaboración”. Y finalizó deseándole “éxito en su gestión política, que trabaje con honradez y eficacia en beneficio de todos los ciudadanos y siempre con la vista puesta en el bien común”. Además, por supuesto, de que una vez “hermanados para siempre en el vino y en la palabra, el alcalde de Logroño sea un gran pregonero que difunda los valores del vino de la noble tierra de La Rioja”

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