El mundo del vino a sorbos
Artículo de opinión. Texto: Antonio Egido
Eduardo Pérez Hoces, es decir el actual presidente del sindicato ARAG-Asaja, lanzó hace unos días una Tribuna en el diario La Rioja, recordando la conversación que mantuvo con un agricultor, sobre los tiempos pasados, y cómo están ahora los agricultores, aseverando que los de ahora son “tiempos duros”. Y compara, con diferentes ciudades e incluso de la Europa Comunitaria, indicando que “la situación que arrastran los agricultores y ganaderos en estos momentos es claramente alarmante”, señalando que “tras varios años de encarecimiento de todos los bienes de producción como son las semillas, piensos, abonos y combustibles y con unos precios de venta que no permiten repercutir costes. Estamos al límite”.
Incide también, de manera especial, en la Política Agraria Común que nos “están ahogando”, ya que tiene mucha burocracia, exigencias medioambientales, que “se basan en un paradigma ambiental completamente ideologizado”. Fija en el 9 de junio, en que se celebrarán las elecciones al Parlamento Europeo, para que los políticos se comprometan de verdad con el futuro de la agricultura, destacando de manera especial: reformar la PAC, simplificándola y eliminando la burocracia que no deja de ser un impuesto encubierto para agricultores; exigir que se cumplan de forma estricta los acuerdos comerciales con terceros países; no puede ser que nos asfixien en prohibiciones y que luego abran las puertas de par en par a productos de terceros países que no cumplen ni con una mínima parte de esas exigencias; para legislar y garantizar precios justos para el campo para que se cumpla, de una vez, la Ley de la Cadena Alimentaria o que se invierta en infraestructuras hidráulicas que permiten optimizar los recursos que tenemos, que apunta que la sequía que vive el campo es desastrosa.
Apuntando definitivamente que hay que asegurar el relevo generacional con medidas de apoyo real, dando prioridad a los jóvenes en la concesión de ayudas, bonificaciones económicas y propuestas fiscales y para garantizar que los seguros agrarios cubran las necesidades de las explotaciones y que sean realmente una herramienta útil ante los cada vez más frecuentes desastres meteorológicos, para que los agricultores “dejarnos hacer lo que mejor se nos da: cuidar la tierra, cultivar y producir alimentos de calidad”.
Y Emilio Barco también lanzó el día de San Isidro, una columna en este mismo periódico, señalando que quienes viven de las viñas “están pasando unos años malos porque sus uvas y sus vinos los pagan poco”, indicando que “se vende menos vino” e incidiendo en que “no pinta bien en lo que del nuevo año llevamos”.
Seguidamente lanza sus propuestas que, pueden aceptarlas o no los agricultores de esta Comunidad o de otras, que son principalmente: “el conocimiento”, a lo que se une el sentido común, “en esta moderna sociedad tan sin sentido y global”. A él le parece que no aciertan cuando tratan de animar a beber; que no saben si esta crisis que viven es coyuntural o estructural y tampoco que hay que seguir invirtiendo dinero público en un sector, y no acudir -con su retranca- a las “plegarias que antaño que se recitaban en diferentes ciudades de nuestra comunidad”. Pero destacando que, a pesar de sus consejos, enseñanzas y teorías, “ni caso, me han hecho en cuarenta años”. Por lo tanto, hemos perdido muchos años, indicando que “todo sea por la investigación aplicada y compartida (con perdón de la Universidad)”.
Dos quejas, una basada en las elecciones para los parlamentarios de la Comunidad Europea -de donde emanan todas las leyes que luego son aplicadas por cada uno de los 27 países que ahora mismo lo confirman- y otra basada en sus estudios e investigaciones con estudios monográficos sobre la evolución de la Denominación de Origen Rioja. Dos posturas, ¿coincidentes?
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