El mundo del vino a sorbos
Texto: Antonio Egido
El mundo del vino ha estado siempre muy sensible con el tema del clima, pues no en vano, depende de él y ante cualquier cambio de temperatura hay que estar preparado para variar los trabajos o activar extraordinarias medidas.
De esta forma, leemos en ‘larazon.es’ que ‘Las bodegas se unen a la defensa del clima’ titular que desarrolla con estas palabras: “El viñedo ha cumplido una misión central en la preservación de los territorios y su respuesta ante la actual crisis climática no podía ser menos decidida. Por eso, cada vez son más las bodegas que trabajan por la sostenibilidad y que muestran su compromiso con los valores medioambientales. Un ejemplo de ello lo encontramos en Bodegas Izadi, que acaba de obtener el certificado ‘Wineries for Climate Protection’, un programa oficial en materia de sostenibilidad ambiental para el sector vinícola del que forma parte un selecto grupo de bodegas y que certifica el respeto y cuidado del entorno natural.
El sello ha sido el resultado de una estrategia dirigida a reducir la huella de carbono y los residuos, mejorar la gestión del agua o, entre otras prácticas, optimizar los recursos energéticos. La propia publicación norteamericana ‘The Wine Advocate’, de Robert Parker, ha creado un nuevo distintivo que reconoce la viticultura respetuosa y la elaboración sostenible. El ‘Emblema Verde’ ha sido concedido de momento a 24 bodegas en todo el mundo y a una sola española, la de Descendientes de J. Palacios, en El Bierzo, cuyos principios esenciales se inspiran en un sistema de cultivo tradicional, ecológico y biodinámico, con prácticas rurales tradicionales y dirigidas a preservar la riqueza del entorno natural en el que se asientan”.
Aunque uno da los pioneros en esta lucha han sido siempre la familia Torres que desde hace muchos años se viene uniendo a la movilización en defensa del clima, y recordamos que hace ya algunos años Miguel A. Torres se pronunció “ante una concentración de trabajadores en la bodega Pacs del Penedès un discurso en favor del clima. Además de exigir a los gobiernos y empresas acciones con objetivos claros y ambiciosos para frenar el cambio climático, ha hecho un llamamiento a la responsabilidad de cada persona de reducir sus propias emisiones de CO2. “Adaptar nuestro estilo de vida, ha dicho, para evitar que la temperatura se eleve por encima de 1,5ºC debería ser una prioridad para la humanidad”.
“Podemos realizar muchas acciones cada día que, por pequeñas que parezcan, pueden ayudar a frenar la subida de temperaturas. Es nuestra responsabilidad y nuestra obligación hacia las futuras generaciones”, ha comentado Miguel A. Torres, quien ha instado a todos los colaboradores, unas 1.300 personas en todo el mundo, a tomar partido a favor del clima en defensa del futuro y del planeta.
Familia Torres ha secundado así la movilización global en defensa del clima que ha impulsado el movimiento internacional Fridays For Future inspirado en la joven activista Greta Thunberg”.
E incluso en ‘nationalgeographic.es’ hemos podido leer que ‘El cambio climático modifica el sabor del vino francés’ recordando que. “Las uvas narran la historia del calentamiento reciente
Uno de los archivos más largos y completos que encontraron los historiadores era el de Dijon, cerca del centro de la ilustre región vinatera de Borgoña. Sin embargo, casi todos los viñedos que había cerca de la ciudad desaparecieron en el siglo XIX con la expansión de la ciudad, por lo que los registros no llegan hasta la era moderna.
Pero en Beaune, una localidad a 43 kilómetros al sur de Dijon, la mayoría de los viñedos que habían revestido las colinas durante cientos de años aún producían vino. Y la localidad tenía archivos tan plagados de registros históricos como Dijon.
Por eso Labbé y sus colegas empezaron a indagar. Para el periodo más temprano, hallaron libros delicados de hojas de pergamino que databan del siglo XIV de la iglesia de Notre Dame en Beaune. La iglesia tenía una pequeña parcela de tierra en la cual cultivaban uvas y elaboraban un vino tan preciado que se lo vendían a los mercaderes que suministraban al rey. Cada año, alguien de la sede registraba diligentemente la fecha en la que enviaban a los jornaleros a la parcela para cosechar las uvas, fecha que dependía de las condiciones meteorológicas del año. Los investigadores leyeron páginas y páginas de frases en latín y extrajeron las fechas de las cosechas año a año. Para la última parte del registro, peinaron las notas de las reuniones del ayuntamiento y los archivos periodísticos, y reconstruyeron una historia casi continua que abarcaba del 1354 al 2018.
Lo que descubrieron fue un registro crudo del cambio climático. En la Edad Media y más allá, los registros muestran breves tramos de calor y años esporádicos de calor extremo, como 1540. Pero desde finales de los 80, el calor ha incrementado. Solo en los últimos 16 años, ocho fueron las fechas de cosecha más tempranas documentadas hasta la fecha.
Esto concuerda con las experiencias de los vinateros de la región. Aubert de Villaine ha trabajado con el vino desde 1965 y las condiciones actuales, según él, no tienen precedentes: los últimos 30 años han sido completamente diferentes de sus experiencias tempranas.
“Nosotros los vinateros estamos en primera línea para ver qué ocurre con el tiempo, con el clima”, afirma. “Las fluctuaciones actuales son más significativas que antes”.
Nathalie Oudin elabora chardonnay en los viñedos que su familia ha poseído durante décadas. Cuenta que la cosecha solía abarcar el cumpleaños de su padre —28 de septiembre—, pero ahora el ajetreo de la cosecha suele haber acabado para su fiesta de cumpleaños, dos o tres semanas antes que cuando su abuelo acostumbraba a elaborar el vino.
Salvar el planeta para salvar el vino
Por ahora, las temperaturas más cálidas no afectan a los productores de Borgoña. De hecho, según de Villaine, los últimos años han dado lugar a uno de los mejores vintages de los últimos tiempos. Incluso este año, durante la ola de calor que hizo que las temperaturas alcanzaran los 40 grados en Francia, las viñas de Borgoña sobrevivieron, protegidas por sus hogares en las altas colinas y su posición latitudinal.
Más al sur, los efectos del calor son menos benignos. Este verano, en ciudades de todo el sudoeste de Francia, las hojas de las viñas se quemaron y la fruta estresada se marchitó.
Según Jean-Marc Touzard, enólogo del Instituto Nacional de la Investigación Agronómica de Francia, este tipo de calor aún no se ha asentado en Borgoña, pero es probable que lo haga.
“Podemos predecir a partir de modelos las fechas de las futuras cosechas”, afirma. “Podemos afirmar que en 2050, en muchas regiones vinícolas francesas, la cosecha se producirá en torno al 15 de agosto en pleno tiempo cálido, en pleno verano”.
No cabe duda de que esto afectará al sabor y la sensación de los vinos, y también a lo fuertes que son. Las temperaturas han aumentado en todo el mundo, por lo que el contenido de alcohol de los vinos ha pasado de un 12 por ciento en los 70 a casi un 14 por ciento en la actualidad, aunque dicha cifra varía de una región a otra. Sin embargo, según explica Greg Jones, experto en viticultura y científico del Linfield College, parte de eso está en la preferencia del vinatero, pero otra parte se debe a que las uvas maduran más rápido con el calor. Cuanta más azúcar acumulen, más se convierte en alcohol durante el proceso de vinificación.
“Con temperaturas muy altas, aumenta el azúcar y disminuye la acidez”, afirma Oudin. “Aquí no nos gustan los chardonnays demasiado pesados, azucarados y maduros, queremos que sean frescos. Y eso cuesta más en veranos más cálidos”.
Por todo ello, cada uno de nosotros debemos ser muy conscientes y actuar en consecuencia en acciones particulares y familiares, para cuidar el mundo donde vivimos y que vamos a dejar a hijos y nietos, no solamente con cariño, sino incluso con mucho cuidado para no atacarle más de lo que ahora mismo está.