El mundo del vino a sorbos
Texto: Antonio Egido
Me dice mi archivo de Word que el 15 de marzo de 2011 fue cuando firmé la primera colaboración con todos ustedes, en lo que han sido ya 300 semanas de cita ininterrumpida con el mundo del vino, pero visto a través de lo que va apareciendo en el buscador, que es lo mismo que decir Internet. 300 semanas en las que hemos navegado –sin marearnos– por una media de 3 páginas web por semana para acercarnos a temas muy diferentes que han ido desde el campo a la botella; desde el vitivinicultor al consumidor; desde el blanco al tinto; a veces desde el vino a lo que no es vino aunque algunos admiten como vino; de la literatura al cine… sin olvidar la salud, la investigación o los falsos mitos de un producto que, bebido desde la moderación, produce no pocos placeres.
Y como ha sido un placer haber podido acompañarles en estas 300 semanas, hoy le hemos pedido al buscador esas tres palabras -“vino como placer”-, ofreciéndonos nuestro Google 2.470.000 resultados, de los que, como cada semana, nos fijamos solamente en los primeros resultados.
En ´diarioinformacion.com´ nos topamos con el titular “Vino placer de Diosas”, firmado por Antonio Chinchilla que se mantiene desde 2015 porque en él escribe palabras tan bonitas y exactas como las siguientes: “Todo el mundo cree que una buena mesa debe estar presidida por un mejor vino. Los comensales que se reúnen para compartir ese momento deben sentir cómo aumenta la temperatura de su amormetro con cada sorbo de ese milagro en forma de líquido tan sutil, tan brillante, que nos da la uva. La verdad es que si me paro a pensar en la luz, los aromas, la fauna o la flora de un trozo de tierra cargado de tradición y de historia o imagino viñedos plantados, siento la importancia de los racimos de los que se obtendrá mediante la transformación artesana del hombre, ese magnífico líquido que lleva el testigo de la tierra dentro de cada botella.
El vino es un vínculo entre religión y cultura. Es una de las primeras creaciones de la humanidad y, con ella, se descubrieron por primera vez reacciones químicas como la fermentación y oxidación. La leyenda está presente en el líquido rojo que nos da alegrías. La historia nos dice que los egipcios ya daban etiquetas a sus vinos. Hubo hasta leyes para regular las tiendas o comercialización de los vinos y los babilonios – el actual Irak– fueron pioneros en promulgarlas. Un testigo de la historia podría ser la bodega de almacenamiento más antigua del mundo descubierta recientemente en Israel, cerca de Hebrón, ciudad machacada por el ejército judío, que cuenta con más de cuatro mil años de antigüedad, con cuarenta ánforas que contenían vino.
El vino, ya sea aterciopelado, áspero, armónico, ardiente, decrépito, duro, cabezón, enverado o herbáceo. Con sus lágrimas en copa que delatan su contenido en alcohol o glicerina, o si estamos ante un vino con nariz –como dicen los expertos–. En cualquiera de sus particularidades es un arte, una cultura, una tradición que nos llena de placer. En realidad está lleno de romanticismo y de señas de identidad pues es el reflejo de la civilización, de cada territorio donde se cultiva y de las artes de las gentes que rinden culto a la viña.
Las mismas viñas que son el referente de cada bodega, pues la calidad del vino y el éxito de la bodega depende de la calidad de sus cepas. Somos el viñedo más grande del mundo con más variedades de uvas y tradición pero me entristece que los magos del vino digan que no sabemos venderlo. ¿A qué esperamos? Si no tenemos una marca conjunta para presentar en una sola todas las denominaciones de origen, si cada denominación va por su cuenta fuera de nuestro país, ¿no será mejor ir en grupo que individualmente? Los viticultores que pasan sus días en la viña, que la heredaron de sus padres, y estos de sus abuelos, que quieren a esos viñedos como a un hijo, que sienten cómo pueden mantener un diálogo hasta con los sarmientos, entendiendo cada instante lo que necesitan y que saben que nada es previsible porque depende de la climatología, si llueve, si hace calor? Todo influirá sobre el resultado de la cosecha. No son gestores, a pesar de ello, algunos viajan con sus botellas bajo del brazo para presentarlas a posibles compradores. ¿Esto no tiene mérito? Las fórmulas de venta han cambiado, ya no todo vale para vender. Los tiempos del vino como estrella de la nuit han evolucionado. Hemos pasado de la cultura de enseñar las bodegas para promocionar su venta a la cultura de promocionar la visita a los viñedos. De la cultura que ha llevado a muchas empresas vinícolas al cierre o estar como cadáveres en venta, a la cultura que impera y está dando resultados: un estilo de turismo conocido como enoturismo, que está ofreciendo calidad y oportunidad a sus usuarios de poder disfrutar del gusto por las cosas que nos ofrece nuestra propia tierra. Visitas a medios rurales donde se aprecia el poder del hombre para transformar la uva en vino. Un poder que ha sido bendecido hasta por los dioses”.
Les animo a que lo sigan leyendo, pues vale y mucho la pena, pero nosotros debemos pasar a la página de ´saludactual´ donde nos recuerdan que: “Si se hace con moderación, beber vino es un placer al que no se debe renunciar. Además de ser el mejor compañero de una buena comida, regalarle al paladar y a los sentidos una copa de vino al día tiene efectos positivos sobre la salud.
Tomado con moderación, el vino es una bebida noble de excelentes propiedades terapéuticas. A la hora del aperitivo o por la noche, una copa de vino es una buena opción frente a los refrescos u otras bebidas alcohólicas de mayor graduación y con más calorías.
Las propiedades beneficiosas del vino tinto han sido corroboradas por numerosos estudios, sobre todo su acción protectora frente a las enfermedades cardíacas y el cáncer. Ello es debido a uno de sus componentes, el trans-resveratrol, cuya acción tumoral protege al organismo. Éste componente es más abundante en el vino tinto y también se encuentra en las uvas, moras, arándanos, frutos secos y fruta en general.
Otros componentes, como los taninos y flavonoides, actúan como antioxidantes y ayudan a limpiar y eliminar el colesterol de las paredes arteriales”.
Y finalmente nos detenemos en la página de ´cadenaser.com´ donde una de las grandes familias del vino, representada por Juan Luis Cañas, pasa por los micrófonos de esta cadena para hablar de Bodegas Amaren y Bodegas Luis Cañas y decir frases como estas: «la monotonía de hacer las cosas que te van bien hace que, si no pones algo de ilusión o de garra, te quedes un poco atascado. Entonces, no tenemos que estar contentos con nada y tenemos que empezar a hacer cosas que sepamos que podemos mejorar». Cañas reconoce que las cosas pequeñas generan mucho trabajo pero también mucha satisfacción, siempre con la complicidad del consumidor”, o bien que «en el mundo del vino, el mayor placer es crear».
El placer siempre rodea al mundo del vino. ¡Y que no nos falte! Felices 300.