Calidad, innovación y expansión internacional mantienen viva una tradición vinícola que mira hacia el futuro
Texto: Mirian Terroba
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Con apenas 290 habitantes, Villabuena de Álava se ha convertido en un referente mundial al ostentar el récord de mayor densidad de bodegas por habitante. Con más de 30 bodegas activas y 800 hectáreas de viñedo repartidas en pequeñas parcelas, este pueblo de la Rioja Alavesa ha hecho del vino su motor económico, social y cultural. Su modelo vinícola, de carácter familiar, aúna tradición e innovación, sustentado por un microclima único y técnicas como la maceración carbónica. Bodegueros locales relatan cómo han impulsado la sostenibilidad, el enoturismo y la profesionalización para llevar los vinos de Villabuena a mercados nacionales e internacionales.
“Villabuena no es un pueblo cualquiera en el mapa del vino: es el municipio con más bodegas por habitante del mundo. Esto dice mucho de la cultura enológica que tenemos aquí. La mayoría de las familias residentes se dedican al vino”, señala Andrea Ramírez de Bodegas Ramírez Baigorri.
Situada entre las sierras de la Demanda y Cantabria, Villabuena disfruta de un microclima excepcional. “Estamos protegidos por la Sierra de Cantabria, que influye directamente en el clima y en el vino que se produce. Este muro natural nos resguarda de los vientos del norte y proporciona temperaturas moderadas y lluvias suficientes en primavera y otoño”, explica Gonzalo Antón, de Bodegas Izadi. Este clima, junto con los suelos pobres, bien oxigenados y de baja retención hídrica, propicia el cultivo de variedades como Tempranillo, Garnacha, Graciano y Cariñena en tintos, y Viura y Malvasía en blancos.
“La relación de Villabuena con el vino no es casualidad, sino fruto de décadas de tradición y colaboración entre viticultores y bodegueros”, señala Gonzalo Antón. “Prácticamente todo el mundo se dedica al vino”, añade María de Simón, de Viñedos y Bodegas de la Marquesa. “Además de bodegas, hay agricultores que proveen uva y una importante concentración de viñedo viejo, que mejora notablemente la calidad de las uvas”.
El suelo y la orografía no permiten grandes explotaciones, lo que ha favorecido el cuidado minucioso de cada parcela y consolidado el monocultivo de la vid como alternativa viable. De ahí surgen vinos elegantes y complejos, con gran capacidad de guarda. “Todo ello da como resultado la gran calidad de los vinos de esta zona de Rioja Alavesa”, concluye Antón.
El modelo de cosechero
Hasta los años 60, los viticultores trabajaban para varias familias. En los 70, con la crisis del vino a granel, comenzaron a embotellar bajo marca propia. “Villabuena siempre ha sido un pueblo de viticultores, cada familia tenía su bodega”, señala Miguel Martínez de Cañas, de Bodegas Araico. A diferencia de otras zonas que optaron por cooperativas, este modelo permitió adaptarse a cada parcela y centrarse en la calidad. “El carácter distintivo de nuestros vinos viene de esa singularidad de cada productor”.

Antonio Berrueco fue pionero en este cambio. En 1970 decidió embotellar su vino. “La media de explotación ronda las 10 hectáreas”, explica su bisnieto Imanol Berrueco. “Elaborar tu propio vino era una forma de sacarle mayor rendimiento”. Según él, el modelo de cosechero, junto con técnicas como la maceración carbónica en lagares de cemento, permite obtener vinos únicos que reflejan cada parcela.
Andrea Ramírez también reivindica el papel de esta técnica tradicional en la identidad local. “La maceración carbónica es una seña de identidad. Vendimia manual, uva echada en lagos grandes abiertos… Eso ha sido siempre parte de nuestra manera de hacer vino”.
Innovación con raíces
Pese a su apego a la tradición, Villabuena ha sabido evolucionar sin perder sus raíces. “Ahora se trabaja mucho más el campo, se cuidan las parcelas, se apuesta por lo ecológico. Cada vez hay más vinos de parcela y coupages, y se empieza a dejar atrás esa clasificación antigua de año, crianza y reserva”, subraya la bodeguera Andrea Ramírez.
La evolución hacia una viticultura más moderna y profesionalizada ha sido clave. “Hace ya unos años que comenzamos a adoptar prácticas sostenibles, que han disparado la viticultura de calidad”, afirma Lalo Antón. Este impulso ha traído consigo un auge de nuevas empresas y enólogos jóvenes.
Uno de los mayores cambios ha sido el auge de los vinos blancos, en particular los elaborados con Viura. “Hace apenas una década, pocos se atrevían con el blanco. Hoy muchas bodegas pequeñas apuestan por él”, destaca Imanol Berrueco.
Profesionalización y relevo generacional
Otro bodeguero de Villabuena, Juan José García Berrueco resalta otro aspecto clave de la transformación del municipio: la profesionalización del sector. Según él, las bodegas locales han dado un paso significativo hacia la modernización, mejorando tanto en calidad de instalaciones como en procesos de producción y comercialización. Esto ha permitido a muchas bodegas competir en mercados internacionales y mantenerse relevantes en un contexto cada vez más exigente. “La venta directa al consumidor es uno de los puntos clave. Nos ha permitido evitar intermediarios y ofrecer una relación más cercana con los clientes”
María de Simón añade que ahora “prestamos más atención al viñedo, a su tipicidad y al viñedo viejo. Las nuevas generaciones apuestan por abrir mercados, participar en eventos y aprovechar el tirón turístico”.
Sin embargo, el relevo generacional preocupa. “Muchos jóvenes no quieren seguir en el negocio familiar”, advierte Juan José García Berrueco, lo que podría poner en riesgo la continuidad de algunas bodegas. Aun así, María se muestra optimista: “Si seguimos elaborando vinos con carácter, mostrando nuestra forma de vida y tradiciones, tenemos futuro”.
Enoturismo y colaboración
La colaboración entre bodegas, hosteleros y vecinos ha fortalecido la marca Villabuena. Eventos como el Villabuena Wine Fest y el Wine Tour han unido al pueblo en torno al vino, promoviendo tanto el producto como la diversidad vinícola local. “Este evento anual celebra la riqueza vinícola del pueblo”, afirma Miguel Martínez de Cañas.
Lalo Antón destaca el papel del turismo. “En los últimos 10–15 años, Villabuena se ha convertido en un destino enoturístico. Han surgido hoteles boutique, casas rurales y restaurantes que cuidan el producto local”. La apertura del Hotel Viura fue un punto de inflexión, como reconoce Imanol Berrueco: “Puso a Villabuena en el mapa turístico”.
Lalo concluye afirmando que “queremos que Villabuena se consolide como destino enológico de referencia, sin perder nuestra identidad. Nuestra tradición y nuestros viñedos viejos son nuestro mayor valor”.
“Que podamos crear juntos un Villabuena Wine Fest que sea referencia, y que llevemos nuestro nombre al lugar que merece en la excelencia del vino”, concluye Andrea Ramírez, dejando clara la ambición colectiva de un pueblo que ha hecho del vino su razón de ser.
Cada bodega familiar imprime su estilo
“Queremos crear vinos para momentos especiales que cuenten una historia”. Con tres generaciones dedicadas al vino en Villabuena, Bodegas Araico apuesta por la tradición familiar y técnicas artesanales para elaborar vinos singulares con identidad y arraigo.
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“Estamos muy encima del viñedo, porque la viña vieja nos permite expresar la identidad del pueblo”. Con más de cincuenta años de historia en sus cepas y una apuesta por variedades tradicionales y nuevas, Bodegas Berrueco elabora vinos con carácter propio, manteniendo viva la esencia de Villabuena desde la viña.
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“Definimos nuestros vinos como clásicos del futuro, trasladando la singularidad del terroir a la botella con la mínima intervención”. Bodegas Izadi combina tradición, innovación y respeto al entorno para elaborar vinos gastronómicos con identidad propia y proyección internacional.
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“Seguimos haciendo vinos jóvenes, muy de Villabuena y de Rioja Alavesa, que cada vez encajan mejor en los mercados actuales”. Con maceración carbónica y uvas propias de viñedos centenarios, Bodegas García Berrueco elabora vinos frescos y auténticos que reflejan la tradición y el carácter único de la zona.
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“Desde hace más de 130 años elaboramos vinos que reflejan la identidad de nuestro terruño”. Viñedos y Bodegas de La Marquesa mantiene un fuerte compromiso con el estilo tradicional de Rioja que combina con la innovación para preservar un estilo coherente y auténtico en cada cosecha.
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“Respetamos la tradición sin renunciar a la evolución, manteniendo vivo el legado familiar generación tras generación”. Bodegas Ramírez Baigorri combina respeto por la tradición con evolución, elaborando vinos de alta calidad con uvas de viñedos centenarios en Villabuena, mediante técnicas maceración carbónica
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Reportaje publicado en nº 251 de La Prensa del Rioja
