La vendimia 2018 en Rioja se ha cerrado con un total de 486 millones de kg recolectados, de los que serán finalmente amparados para la elaboración de Rioja algo menos de 470 millones de kg, que permiten disponer de unos 330 millones de litros de vino para su comercialización con la certificación de Rioja. Es el balance oficial hecho público por el Consejo Regulador a fecha 23 de noviembre de la que ha sido una de las vendimias más prolongadas de la historia de Rioja, pues se inició el 27 de agosto y se dio por concluida el 15 de noviembre. De los 486 m de kg producidos (un 88% de uva tinta y un 12% de uva blanca) 204 m de kg corresponden a la zona de Rioja Alta, 188 a la zona Rioja Oriental y 94 a la zona Rioja Alavesa.
Según indica en el comunicado, el Consejo considera muy satisfactorio el resultado de una vendimia en la que “se han alcanzado las expectativas productivas de este año en la región” y que “se ha visto condicionada por una meteorología benévola durante septiembre y octubre que ha permitido a los viticultores y bodegueros escalonar la vendimia hasta alcanzar la calidad óptima necesaria, realizando una rigurosa selección tanto en viñedo como en bodega”. En este sentido, el Consejo Regulador destaca el importante esfuerzo y profesionalidad que han demostrado los más de 15.000 viticultores y 600 bodegas de la Denominación, así como el operativo de más de 200 técnicos y auxiliares de vendimia que trabajan en el Consejo Regulador.
En cuanto a la valoración de los vinos elaborados, explica el director del Órgano de Control del Consejo Regulador, Pablo Franco, que “los primeros descubes de esta añada compleja y con marcada influencia atlántica muestran una estructura notable, típica de los vinos más tradicionales de Rioja, posiblemente porque esta vendimia también nos recuerde a aquellas largas cosechas de antes que dan paso a vinos marcados por el equilibrio y la acidez y no tanto por el grado alcohólico”.
Parámetros de calidad en una cosecha de récord
Aunque la cosecha 2000 mantiene el récord de uva recolectada con 490 millones de kg, la cosecha 2018 se ha convertido en la más abundante de la historia de Rioja en cuanto a volumen de vino amparado por la Denominación (unos 330 m de l frente a los 310 m de l de la cosecha 2000). Ambas cosechas tienen en común que suceden a unas cosechas gravemente afectadas por una gran helada, que mermó sus producciones hasta niveles inferiores al volumen anual de comercialización, creando la consecuente tensión de precios y caída de ventas al año siguiente. Pero afortunadamente la historia no siempre se repite y la evolución de Rioja en estos 18 años ha permitido, entre otras muchas cosas, aprender a gestionar la escasez y articular mecanismos capaces de amortiguar el impacto tan negativo que tuvo el desequilibrio generado por aquellas cosechas de 1999 y 2000.
Hay que tener en cuenta en primer lugar que la producción del año 2000 se obtuvo de 52.000 hectáreas de viñedo, mientras que la producción de este año 2018 -apenas 4 m de kg inferior- se ha obtenido de un total de 65.000 hectáreas. Es fácil deducir la gran diferencia entre los rendimientos medios alcanzados en una y otra cosecha: los 9.000 kg por ha del año 2000 conllevaron la descalificación de una parte importante de la producción (60 m de kg de uva), mientras en 2018 los rendimientos se han situado en el entorno del máximo autorizado de unos 7.500 kg por ha como media, a pesar de lo cual algo más de 15 m de kg de uva no han sido amparados. Es obvio que la política de contención de rendimientos, directamente vinculada con la política de calidad y mantenimiento del equilibrio, ha calado en el sector y está dando sus frutos. La diferencia entre un año y otro en la forma de equilibrar la despensa es más que notable. Hoy podemos afirmar que una cosecha de récord como la de 2018 se ha alcanzado sin perder de vista los parámetros de calidad que han venido imponiéndose año a año como requisito imprescindible para que Rioja siga desarrollándose con éxito.