El vino de la semana
Las Pisadas es el primer vino del nuevo proyecto de la Familia Torres en la DOCa Rioja, que rinde tributo a la historia vitícola de Labastida, centrándose en el origen y la tipicidad para elaborar vinos singulares que interpreten el paisaje de este rincón de la Rioja Alavesa. Impulsado por la quinta generación y liderado por el enólogo Julio Carreter, este proyecto vitivinícola, que tiene en los viñedos propios su seña de identidad y toma el nombre de su finca más emblemática, La Carbonera, es el resultado del conocimiento adquirido a lo largo de más de una década de presencia en esta región, identificando los diferentes terruños y las mejores parcelas y uvas.
Las Pisadas 2015 es un vino de Labastida. Tinto 100% tempranillo, resulta de un minucioso trabajo de selección de parcelas, caracterización de la tipología de vinos y búsqueda de la tipicidad. Procede de viñedos tradicionales de entre 25 y 50 años, plantados en vaso y cosechados a mano, repartidos en tres zonas situadas a diferentes alturas: la zona baja, próxima a la ribera del Ebro, está situada entre los 440 y 460 metros; la zona media en los alrededores de Labastida se sitúa a 540 metros sobre el nivel del mar, y las parcelas de la zona alta se encuentran a las faldas de la sierra de Toloño, entre 600 y 650 metros de altura, dando lugar a vinos más frescos que los que se obtienen en las otras zonas, más maduros y concentrados.
De la selección de los mejores lotes, que se vinifican por separado en depósitos de acero inoxidable y envejecen durante 10 meses en barricas de roble francés de 225 y 300 litros, parcialmente nuevas, y otros 12 meses en botella, nace un vino fresco, frutal y sedoso, que resalta la tipicidad de los viñedos más privilegiados de la Rioja Alavesa. De intenso color cereza oscuro, carácter deliciosamente frutal, muestra recuerdos de confitura de frambuesas, notas de frutos secos (dátiles) sobre un fondo especiado (clavo) y paladar sabroso, cálido y sensual.
Las Pisadas es, según Julio Carreter, “un vino de municipio donde hemos pretendido reflejar la tipicidad de la tempranillo de Labastida, de sus diferentes zonas y altitudes que le aportan características concretas. Es un vino con un estilo fresco, donde predomina la fruta a la madera, potenciando la finura y la elegancia frente a la concentración”. Un vino cuyo nombre evoca los días en que el vino se hacía a cielo abierto, en lagares excavados en la roca, y que interpreta el paisaje del entorno de Labastida, en honor a su largo acerbo vinícola.