Controles vino de Rioja

Importantes novedades en el control en vendimia,
momento clave para garantizar el origen

Texto: Antonio Egido / Javier Pascual.
Fotos: Consejo Regulador DOCa. Rioja

De la confianza que ha sido capaz de inspirar a los consumidores el riguroso sistema de control que el Consejo Regulador de la DOCa. Rioja ha venido desarrollando desde hace más de medio siglo se ha derivado en buena medida el prestigio de la marca Rioja, como en reiteradas ocasiones han mostrado los estudios realizados tanto en España como en otros países. Dentro de ese sistema de control, el operativo desplegado durante la vendimia constituye una de las fases clave para poder garantizar el origen del vino de cada botella que lleve los documentos de certificación de la Denominación.

Inmersa en un proceso de cambios importantes, con un nuevo marco normativo desde 2015, la DOCa. Rioja también ha dado una vuelta de tuerca más al sistema de garantías que ofrece, reforzando el control administrativo con una mayor actividad inspectora. “Hoy en día no basta con un sistema de autocontrol administrativo -afirma Pablo Franco, director del Órgano de Control del Consejo-, la verificación es la clave”. Rioja se mantiene así en la punta de lanza del sector, con los controles más completos de cuantos existen tanto en España como en las zonas vitivinícolas más prestigiosas del mundo y yendo siempre más allá de lo que obliga la ley.

El Órgano de Control del Consejo Regulador desarrolla un amplio abanico de actividades, tanto en su vertiente presencial como administrativa. Entre ellas se encuentran la gestión del Registro de bodegas y viñedos, las inspecciones periódicas de los mismos; el control de las prácticas de cultivo y de los rendimientos de uva (gestión de las ‘cartillas de viticultor’), así como de la elaboración de los vinos, su calificación y proceso de envejecimiento; el control del uso de los documentos de garantía y la realización de muestreos de mercado para controlar la calidad y autenticidad de los vinos en fase de comercialización.

Pablo Franco, al frente de los Servicios Técnicos del Consejo desde noviembre de 2015, asegura a La Prensa del Rioja que “todas nuestras actuaciones de control durante la vendimia van enfocadas a garantizar el origen del producto. Y para ello, no nos basamos solamente en tener una adecuada trazabilidad documental, un sistema de autocontrol documentado superexhaustivo. Lo que de verdad nos da confianza es el trabajo de campo que hacemos”.

El control administrativo se ha reforzado con una mayor actividad inspectora, desde la viña al mercado

Considera el responsable de control del Consejo que las novedades introducidas para poder saber el trazado de la producción de un viñedo constituyen el paso más grande que se ha dado en el modelo de gestión y son la pieza clave para garantizar el origen del producto. Nos recuerda el revuelo que suscitó hace dos vendimias el inicio del denominado “precintado de remolques”. “Para nosotros no era simplemente un precintado, sino una labor que intensificamos cada año porque creemos prioritario el poder demostrar físicamente durante la vendimia que la uva sale de un viñedo –que está identificado con una tarjeta de viticultor– y que esa misma uva es la que entra en la bodega de destino. Es decir, que aquello que cualquier agricultor esté registrando lo podamos verificar in situ y que los técnicos del Consejo puedan monitorizar todo el proceso”.

El control de la vendimia se realiza explotación a explotación. Cuando una uva está entrando en una bodega, el agricultor debe presentar su ‘tarjeta de viticultor’, en la que está toda la información de esa explotación, variedades de uva, municipio al que pertenece, superficie, año de plantación… “Controlamos todas las entregas de uva a las bodegas, más de cien mil en cada vendimia, pero también estamos visualizando qué hay antes de la entrada, incluido el camino seguido por la uva desde la viña hasta la bodega de destino. Este va a seguir siendo el modelo de control que apliquemos en la vendimia 2018, con la identificación de vehículos y viñedos de procedencia que nos faciliten la trazabilidad de toda la producción”.

Para desarrollar un operativo de control tan complejo, el Consejo Regulador contrata expresamente para la campaña de vendimia más de 250 colaboradores, entre vigilantes de pesaje y técnicos auxiliares. Para Pablo Franco, la experiencia de los técnicos del Consejo resulta fundamental para conseguir la máxima eficacia. A ello se ha sumado la incorporación en la pasada campaña de nuevas tecnologías como la teledetección. “Estamos trabajando –indica– con herramientas de viticultura de precisión, con las que analizamos diferentes parámetros, como el vigor o el estrés hídrico del viñedo. Son herramientas modernas que nos aportan mucha información a la hora de realizar las inspecciones. La idea del inspector que salía del Consejo con un rollo de planos debajo del brazo ha quedado atrás, pues ahora todo el parcelario vitícola, con toda su información, la llevan en su móvil o en las tabletas”.

Nuevas ‘tarjetas de viticultor’ adaptadas a las nuevas indicaciones y stock cualitativo

Destaca este año 2018 la novedad que representa la adecuación de los controles a las nuevas indicaciones creadas por la Denominación, como son los ‘viñedos singulares’, ‘vinos de zona’ y ‘vinos de municipio’, cuya monitorización en el proceso de vendimia mediante un nuevo modelo de ‘tarjeta de viticultor’ permitirá garantizar la trazabilidad. Aunque el uso de esta tarjeta por parte del viticultor no cambia, a efectos del Consejo Regulador va a permitir trazar la producción por municipio y por zona, de cara a poder certificar estos vinos cuando el comercializador así lo requiera para su identificación en el etiquetado.

En el caso de los ‘viñedos singulares’ disponen de una tarjeta de viticultor propia para cada uno de ellos, ya que cada viñedo singular tiene un reconocimiento específico por parte del Ministerio y unas condiciones de producción determinadas, por lo que no es factible tratarlo como una explotación de varios viñedos. Las tarjetas se van emitiendo si el resultado de las inspecciones es favorable, porque todos estos viñedos se someten a una inspección individual. Además del estado vegetativo, se controla el vigor y en base a ello el Consejo emite un informe y la correspondiente tarjeta de viticultor. A fecha actual hay 97 solicitudes de viñedos singulares, que corresponden a 59 productores.

La otra gran novedad es que en esta campaña 2018 las ‘tarjetas de viticultor’ también servirán para controlar el stock cualitativo implantado por la Denominación como una herramienta que dote de una mayor estabilidad al sector. En esta vendimia, de acuerdo con las Normas de Campaña aprobadas por el Consejo Regulador, el rendimiento máximo amparable será hasta el 110 % sobre los 6.500 y 9.000 kg ha que marca el Reglamento para uvas tintas y blancas respectivamente. Este rendimiento máximo amparable podrá ampliarse hasta en un 8%, destinándose la cantidad de vino correspondiente a la creación de un stock cualitativo que permita afrontar en campañas posteriores situaciones de escasez, como la provocada por la gran helada sufrida en la cosecha 2017.

Mayores garantías en el nuevo marco legal

No debemos olvidar que es la normativa europea la que regula al conjunto del sector vitivinícola de todos los países miembros, aunque en Rioja dicha normativa se lleve a sus máximos de exigencia. Los cambios legislativos de los últimos años han exigido la acreditación del Consejo Regulador en la norma 17.065 para poder seguir desarrollando su labor de certificación. Una vez obtenida la acreditación, el Consejo Regulador ha aprobado los procedimientos generales de certificación, definiendo cómo se realiza y cuáles son los requisitos para obtenerla. “En las dos campañas anteriores -nos explica Pablo Franco- hemos venido trabajando con un grupo de bodegas reducido, un grupo piloto, para ir viendo la documentación que se ha desarrollado, su adaptación al modelo Rioja y las necesidades o dificultades que pueden presentar a una bodega. Superada esta fase de prueba, en 2018 se dará un paso más con diez operadores, poniendo a prueba una herramienta informática que permita testar este nuevo sistema de autocontrol para gestionar la trazabilidad. “Estos 10 operadores nos van a dar la casuística completa de la D. O. de cara a que en el año 2019 será obligatorio que todo el mundo trabaje bajo los estándares de la norma 17.065, con lo que implica en materia de registro y en el uso de la nueva herramienta informática”.

“Vamos dando pasos -concluye Pablo Franco-, pero siempre damos un paso, cimentamos, damos otro paso y cimentamos… No queremos ser lentos, lo que queremos es tener seguro que lo que se está implementando no produce una distorsión en el sector. Debemos tener en cuenta que en la D. O. Ca. Rioja contamos con más de 15.000 viticultores, 900 instalaciones de elaboración de vinos y 600 firmas comerciales, por lo que hay que ir con cuidado y facilitar la adaptación en todo lo posible a los operadores con un criterio básico: que el modelo Rioja no se vea cambiado o violentado. Los cambios profundos se producirán en 2019, pero creo que los operadores los van a acoger bien”.

Se trata en definitiva de adaptar de la mejor forma posible la Denominación a la normativa vigente para seguir avanzando e ir “ganando el futuro”. Porque no hay que olvidar que una buena parte del éxito del Rioja tiene que ver con la buena imagen y confianza que han generado entre los consumidores los controles de calidad que esta denominación implantó hace ya muchos años con mayor nivel de exigencia que otras denominaciones. “Ahora nosotros recibimos esa herencia de muchos años, que ha permitido ordenar y organizar Rioja, y la adaptamos a una nueva situación legal con el objetivo de mejorar. Las exigencias son mayores, hay muchos requisitos, incluso sanitarios, que antes no existían, por lo que hay una mayor carga documental, pero entiendo que debemos seguir siendo fieles a nuestros orígenes, dados los buenos resultados que nos han dado históricamente los controles que se han implementado”.

 

Reportaje completo publicado en el nº 225 de La Prensa del Rioja