La Fundación Vivanco ha presentado en la Estación Enológica de Haro, que cumple su 125 aniversario, un libro sobre el que fuera su director entre 1943 y 1971: ‘ANTONIO LARREA. El alma del Rioja”. Está basado en la tesis doctoral defendida en la Universidad de La Rioja por César Luena en 2014 y dirigida por el catedrático de Historia Moderna en la UR José Luis Gómez Urdáñez, que a su vez es coautor del libro, prologado por el exministro de Agricultura Pedro Solbes y que cuenta con un sentido epílogo del ingeniero agrónomo Francisco Díaz Yubero. El acto fue presentado por Santiago Vivanco y Nuria del Río, presidente y directora respectivamente de la Fundación Vivanco para la Cultura del Vino.
El libro es un encuentro con la vida y el legado, que trasciende lo meramente enológico, de este Ingeniero Agrónomo (Baeza, Jaén, 1913), que tras sufrir tuberculosis y proseguir los estudios una vez finalizada la guerra civil, se doctoró con una tesis sobre Vides americanas portainjertos, génesis de una entregada vocación que desarrolló durante 28 años en la Estación Enológica de Haro (1943-1971) y como Presidente del Consejo Regulador (1945-1971). Tras siete años de intensa investigación, los autores trenzan la historia del Rioja y de España con la vida y la obra manuscrita de un hombre conocido, pero “no suficientemente reconocido que les deslumbró”. El Fondo Larrea alberga un interesantísimo archivo privado documental y fotográfico, cuidadosamente nutrido por Antonio Larrea hasta su muerte y adquirido, posteriormente, por la Fundación Vivanco para la Cultura del Vino. Antonio Larrea transmite, a través de un legado escrito de su puño y letra, y de multitud de fondos gráficos, los avatares históricos de La Rioja (y de España): desde los tiempos de bonanza previos a la devastadora filoxera de finales del XIX, pasando por una España sumida en la oscuridad de la posguerra que realizó un esfuerzo colosal para regenerarse, la autarquía de un país en blanco y negro, o la apertura de finales de los 60 (tal y como refleja el capítulo dedicado a la exitosa misión riojana en EEUU, en 1966 y 1967). En definitiva, los logros, las dificultades y los claroscuros de una serie de “décadas decisivas” que ayudan a entender la actual DOC de Rioja y su proyección mundial.
El estudio se complementa con fuentes orales de más de veinte figuras clave del Rioja: desde Ángel Jaime Baró, Manuel Ruiz Hernández, Gonzalo Ortiz, Ezequiel García, la exdirectora de la Enológica, Montserrat Íñiguez, Ignacio Landa, taxista de Larrea, y el propio Pedro Vivanco, custodio del Fondo Larrea. Un fondo documental compuesto por cartas, informes, memorias, fotografías, reflexiones, artículos de prensa e incluso poesías de Antonio Larrea, que arrojan, por un lado, el rigor y la perseverancia de un hombre sumamente meticuloso con su trabajo. Los documentos reunidos en más de 100 cajas desvelan un ingeniero agrónomo apasionado de la historia y los versos; un trabajador incansable, profundamente religioso y fiel a sus convicciones, entre ellas un sentido estricto de la justicia social. Un hombre que se hizo querer entre los hombres del campo y que siempre abogó por la formación desde la cepa (para Larrea el buen vino comenzaba en la viña).
César Luena destaca tres hitos de Antonio Larrea. En primer lugar, gracias a su enorme actitud de resistencia, consigue reflotar la Estación Enológica. En segundo lugar, Larrea consigue ponerse en medio de los intereses de un Consejo Regulador, que tiene que arbitrar a partir de los años 50 desarrollando su tarea de control de la calidad y de promoción. En tercer lugar, contribuyó a un vino mejor elaborado, concienció sobre la necesidad de un vino bueno y bien presentado para penetrar en el mercado exterior. Enamorado de la cultura del vino y de su propagación festiva, concluye José Luis Gómez Urdáñez que “Antonio Larrea fue un hombre que supo añadir la cultura y la curiosidad intelectual, amén de una gran honestidad, a las exigencias de un sector empresarial en pleno despertar tras años de autarquía». Fue para este autor, y de manera muy callada, pero eficaz y tesonera, el “alma del Rioja”.