El mundo del vino a sorbos
En los medios de comunicaciones seguimos leyendo, de vez en cuando, informaciones sobre el cambio climático o la forma en que está influyendo en los viñedos españoles.
Texto: Antonio Egido
Así nos indican en ‘vinetur.com’ que “El Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama) ha hecho público el informe anual de potencial de producción vitícola que, en términos generales, evidencia una caída libre continuada del cultivo de la Vid desde 1980 hasta hoy de un 42 % en superficie cultivada. En 1980 existía una superficie cultivada de 1.642.622 hectáreas, mientras que en la actualidad los viñedos ocupan 953.607 hectáreas
Junto al descenso de superficie, también es destacable la evolución del mapa del viñedo en España en los últimos 40 años, con una clara tendencia a desplazarse hacia el norte, reflejando un evidente cambio de dinámica en tanto en cuanto, se ha pasado de tener una expansión grandísima en el sur de España y apenas nada en el norte, a todo lo contrario.
Buena parte de culpa de este cambio de dinámica la tiene el clima, ya que juega el papel más determinante y difícil de controlar en la elaboración de un vino. Las estaciones de primavera y verano en España cada vez son más secas y calurosas, y en consecuencia el viñedo, que está tan íntimamente vinculado al ritmo de las estaciones y la evolución de las temperaturas, está actuando a su vez como uno de los mejores bioindicadores del cambio climático en la agricultura.
Matías Vela, asesor de bodegas, formador homologado y director técnico sumiller de Misumiller.es explica la influencia del cambio climático con el siguiente ejemplo: «Asesoro una Bodega en el Condado de Huelva que se llama Marqués de Villalúa, pues bien, este año se ha empezado a vendimiar el día 14 de julio, 3 días antes que la Denominación de Origen de Montilla Moriles, que siempre ha sido un indicador por ser la primera Denominación en empezar la vendimia. Digo esto porque en el año 2000, se empezaba a vendimiar sobre el 3 o 4 de agosto, lo que significa que en 17 años la vendimia se ha adelantado 20 días. Un promedio aproximado de 1 día por año».
Esto significaría que en las condiciones actuales, para mantener los ritmos de producción de algunas D. O. sería preciso adelantar la cosecha y empezar a vendimiar con las uvas prácticamente verdes. Pero eso tendría un resultado nefasto, ya que afectaría de manera directa a las características del vino que, además de resultar falto de olor, tendría un sabor muy áspero, pues si las semillas están demasiado verdes en el momento de la recolección, se libera un tanino amargo y astringente que arruina la calidad del vino.
Para hacer frente a esta situación existen diferentes procesos de adaptación, algunas bodegas ya se han adelantado utilizando cambios en el sistema del cultivo, sustitución de variedades, desplazamiento en alturas, aportación de riego, etc.”.
Algunos de estos procesos de adaptación los encontramos en ‘eldiario.es’ cuando leemos que “para hacer frente a esta situación existen diferentes procesos de adaptación, algunos de los cuales ya se han puesto en marcha: cambio en los sistemas de cultivo, sustitución de variedades, desplazamiento en altura, aportación de riego y otros. Hasta que todo ello resulte insuficiente y no nos quede otro remedio que llevarnos las viñas al norte.
Aquí es donde vale la pena recuperar los datos del Ministerio de Agricultura sobre la evolución del cultivo de la vid en España. Porque resulta que la comunidad autónoma que ha perdido más superficie en el último año ha sido Andalucía, con un descenso del 4,6 % en 2016 y una caída acumulada del 76 % desde 1980. Mientras que la que más ha crecido ha sido Asturias, con un aumento del 167 % y que en 1980 no tenía ni un palmo de viña.
El cambio climático está redibujando el mapa del viñedo en España. Adaptación: esa es la estrategia a seguir si queremos competir con nuestros nuevos competidores en la producción de vino. Países como Noruega, Dinamarca o Reino Unido, en los que la producción de vino crece ya a un ritmo superior al 40 % anual y se empiezan a obtener altos niveles de calidad. Lo que está fuera de toda duda es que el cambio climático nos va a cambiar incluso el vino”.
Asunto sobre el que también nos llega esta información a través de ‘ecoembes.com’: donde nos dan cuenta de lo que ya se va haciendo, lo que se viene haciendo desde hace algunos años: “por ejemplo, a través del proyecto Cénit Démeter. Integrado por 26 empresas españolas vinculadas al sector vitivinícola y realizado entre los años 2008 y 2012 permitió identificar estrategias de gestión del viñedo en la adaptación al cambio climático.
Por otro lado, hay que destacar que, en paralelo a todo este proceso de adaptación, el sector vitivinícola de nuestro país está haciendo grandes esfuerzos para convertirse en una industria cada vez más sostenible tanto en la elaboración de sus vinos en todas sus etapas como con prácticas tales como aprovechar los restos de su actividad para la biomasa, el impulso del turismo rural y respetuoso con el medio ambiente o la elaboración de productos orgánicos o ecológicos.
El Proyecto “Viñas por Calor” es una muestra de ello. Busca utilizar la biomasa que se genera en los viñedos y bodegas (poda, orujos y rapa o restos de barricas) para la obtención de calor y frío.
Si estás interesado en conocer qué bodegas tienen las prácticas más sostenibles la Federación Española del Vino (FEV) ha desarrollado una certificación específica, Wineries for Climate Protection, que valora cuatro pilares fundamentales: reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), gestión del agua, reducción de residuos y eficiencia energética y energías renovables”.
Información tenemos, soluciones también, pero hay que ponerlas en práctica hoy mejor que mañana. Todo por un vino de calidad.