Sergio Ibáñez Pascual ha obtenido el título de doctor por la Universidad de La Rioja tras la defensa de su tesis ‘Gestión del suelo en viñedo mediante cubiertas vegetales. Incidencia sobre el control del rendimiento y el vigor. Aspectos ecofisiológicos, nutricionales, microclimáticos y de calidad del mosto y del vino’, por la que logró la calificación de apto ‘cum laude’.

 

Dirigida por Enrique García-Escudero, del Centro de Investigación y Desarrollo Agrario (CIDA), la tesis concluye que el mantenimiento del suelo mediante cubiertas vegetales constituye una herramienta útil, en el marco de una viticultura de calidad, sostenible y respetuosa con el medio ambiente, para  equilibrar el desarrollo vegetativo y productivo del viñedo, favoreciendo a su vez una mejor exposición y microclima de los racimos y logrando aumentar la calidad de los mostos y vinos obtenidos.

La investigación del doctor Ibáñez Pascual analiza el papel que juegan las cubiertas vegetales como sistema de mantenimiento del suelo alternativo al laboreo, sobre el que presenta numerosas ventajas agronómicas y medioambientales; y pretende aportar experiencias que contribuyan a ampliar el conocimiento de un sistema de producción vitícola de calidad, sostenible y respetuoso con el medio ambiente, como es la cubierta vegetal, que constituye una herramienta eficaz para equilibrar el desarrollo vegetativo y productivo del viñedo y que, a su vez, favorece una mejor exposición y microclima de racimos, logrando aumentar la calidad de los mostos y vinos obtenidos.

La tesis ha tomado como referencia la variedad Tempranillo, mayoritaria en Rioja, planteando cinco tratamientos de estudio: laboreo, cubierta vegetal espontánea, cubierta vegetal sembrada, sistema mixto laboreo-cubierta espontánea y sistema mixto laboreo-cubierta sembrada.

Los resultados obtenidos revelan que las cubiertas vegetales han logrado limitar el rendimiento, con respecto al laboreo, principalmente a través de una disminución de los pesos del racimo y de la baya. Asimismo, han reducido el desarrollo vegetativo de la cepa, obteniendo pesos de la madera de poda y del sarmiento más bajos que en el laboreo.

En estas condiciones, las cubiertas vegetales han disminuido la superficie foliar de sus plantas, fundamentalmente por un menor desarrollo de los brotes secundarios, lo que ha propiciado unas condiciones microclimáticas más favorables, en términos de temperatura y humedad relativa, para la cepa en general y para la zona de racimos en particular.

La competencia que la cubierta vegetal establece con el viñedo ha quedado de manifiesto en los distintos parámetros ecofisiológicos evaluados. De esta manera, los tratamientos con cubierta han comenzado a manifestar el estrés hídrico, tanto a nivel diario como estacional, con anterioridad al laboreo, repercutiendo en parámetros relacionados con el desarrollo vegetativo y con el tamaño de la baya. Teniendo en consideración la eficiencia del uso del agua, las cepas se han mostrado más eficientes conforme ha avanzado la estación y se ha ido limitando la disponibilidad hídrica, con especial incidencia en las cubiertas vegetales.

En lo relativo a la calidad del mosto y del vino, las cubiertas vegetales han contribuido, en general, a aumentar tanto la concentración de azúcares y el grado alcohólico como la carga polifenólica, mientras que han reducido la acidez como consecuencia de un incremento en el contenido en potasio de la baya.

Por su parte, ni el nivel total de aminoácidos ni el de nitrógeno fácilmente asimilable se han visto afectados significativamente por el tipo de mantenimiento del suelo empleado. Asimismo, el contenido total en aminas biógenas ha tendido a reducirse en los tratamientos con cubierta. Por último, en la valoración organoléptica se ha mostrado una preferencia general hacia los vinos procedentes de los tratamientos con cubierta vegetal.