El mundo del vino a sorbos
Texto: Antonio EGido
La Real Academia de la Lengua define la palabra tontería con cuatro diferentes acepciones: “1. Cualidad de tonto. 2. Dicho o hecho tonto. 3. Dicho o hecho sin importancia. 4. Cosa de poca entidad o importancia”.
Y como muchas veces escuchamos muchas tonterías que se dicen en torno al mundo de la política, el mundo del deporte, el mundo de los toros e incluso el mundo científico, vamos a pedirle a nuestro buscador que nos ofrezca resultados donde figuren las palabras “tonterías en torno al mundo del vino”. No se extrañen, pero nos ofrece hasta 3.490.000 resultados.
Y la primera web en la que nos fijamos es en ‘markoneill.es’, donde aparece el blog de vino de Mark O’Neill que nos invita a la lectura de este texto: “Mucha gente dice tonterías sobre el vino pensando que tiene razón. A veces las medias verdades toman vida propia y pasan a ser aceptadas como certezas. Aquí hay algunas frases que la gente dice a menudo que no son correctas:
“Todos los vinos saben igual”. No, no es así. Aprender a catar los vinos requiere práctica para poder detectar los diferentes aromas y sabores. Haciéndolo, podrás encontrar los diferentes estilos de vino que más te gusten y los que menos.
“Sólo bebo tinto, el blanco es para las mujeres”. Hay algunos hombres que creen que el vino blanco es sólo para aperitivo y para mujeres. Sin embargo, algunos de los mejores y más complejos vinos del mundo son blancos.
“Los vinos con tapón de rosca son más baratos y de inferior calidad”. Esta frase la escucho bastante a menudo y es una tontería. El taponar una botella con corcho o con tapón de rosca no es un indicativo de la calidad del vino.
“Huele el corcho para saber si el vino está bien”. Oler el corcho te hará un experto “oledor” de corchos, pero no te dirá nada sobre la calidad del vino. Es diferente si es tapón está seco o enmohecido, ello puede ser un síntoma de que hay un problema, pero no oler el corcho.
“Los rosados son de inferior calidad que los tintos y los blancos”. Absolutamente falso. De hecho, hacer un rosado de calidad es mucho más costoso porque se requieren muchos más kilos de uva para conseguir menos litros de vino. Los rosados están hechos con el zumo de uvas tintas que ha tenido muy poco contacto con las pieles, que es donde está el color.
“Los vinos tintos de color más intenso tienen más sabor”. No es así. Uvas diferentes producen vinos con más o menos color, igualmente, tú podrías determinar la edad del vino por su color, pero sólo el color no te indica su calidad.
“Los vinos con lágrimas son mejores”. Otro error. Las lágrimas que se deslizan despacio por el vaso sólo te indican que el vino tiene mucho cuerpo y más alcohol.
“Los vinos mejoran con los años”. Algunos sí, pero la mayoría no. La mayoría de los vinos una vez son embotellados ya no van a mejorar.
“Una botella de cristal grueso indica una mayor calidad”. El tipo de botella no tiene nada que ver con la calidad del vino. Lo único que quiere decir es que te costará más.
“Los vinos tintos tienen que servirse a temperatura ambiente”. Eso es cierto si vives en una casa cuya temperatura sea 16ºC, sin embargo, si éste no es el caso, no sirvas el vino a “tu temperatura ambiente”, ni yo a los 27ºC que hace en la mía…
“El vino tinto con carnes rojas y el blanco con pescado”. Aunque no es totalmente falso, si lees esta columna con regularidad sabrás que hay muchos motivos por los que tampoco es totalmente cierto. Es mucho más importante equilibrar la intensidad y los sabores que los colores.
“Los vinos caros son siempre mejores”. El precio del vino viene determinado por muchos factores: coste de producción, el tamaño de la bodega, el coste de los materiales, etc. Basta con decir que porque pagues más no vas a disfrutarlo más.
“Los vinos dulces son para principiantes”. Esto es una generalización y por lo mismo la incluyo aquí. Los vinos dulces están entre los mejores del mundo.
“A mí no me gustan los vinos de Italia”. Es una tontería menospreciar los vinos de un país en particular. Es como si un italiano dijese “no me gustan los vinos españoles” con la amplísima variedad que hay, suena tonto ¿verdad?”.
Seguimos revisando páginas y damos con una información publicada hace dos años en ‘20minutos.es’ donde nos dicen: “¿Quién no ha bromeado alguna vez con el lenguaje que se usa en las catas de vino? Que si redondo en boca, que si tonos pajizos, que si retrogusto con matices de sotobosque. Puede sonar a chiste -los términos son reales y habituales entre los profesionales del sector-, pero siempre que se habla de las bajas ventas de vino en España se señala esa falta de proximidad del lenguaje y el miedo que provoca pedir una botella de vino o quedar en evidencia ante el sumiller. Antes de hacer el ridículo -pensará más de uno- mejor me pido una cerveza.
¿Y si un vino decidiera reírse de este lenguaje y decir lo que muchos piensan? Eso es precisamente lo que ha hecho Monastrellissimo, un vino de la D.O. Jumilla cuya etiqueta se ha convertido en una auténtica sensación durante los últimos días en las redes sociales y a través de WhatsApp.
“Lleva 10 meses en el mercado pero es ahora cuando parece que la gente lo ha descubierto”, nos explica por teléfono Jesús Moreno, responsable de Vinissimo. Esta tienda de vinos en San Javier (Murcia) -con más de 500 referencias y también una barra y cocina para acompañar el vino con algo de comer- es la responsable del que muchos ya consideran el vino más sincero del mercado.
Y es que en su etiqueta, más allá de la clásica nota de cata (“Tinto de fuerte color, rojo púrpura intenso, con ribetes violáceos, muy expresivo y afrutado en nariz…”) se añade un párrafo que está causando furor: “Como si te digo que unos leperos vampiro, de buena familia, lo recolectan sólo en noches de apareamiento del cernícalo real mientras escuchan Chiquetete (los leperos). Acto seguido se fermenta en barricas de tungsteno construidas por glamourosos enanos carlistas con crestas de colores. Te lo vas a creer igual”.
“A la hora de etiquetar el vino -relata Moreno- teníamos la opinión del bodeguero y la del diseñador, así que decidimos poner las dos”. Elaborado por Bodegas Bledas expresamente para Vinissimo, sólo hay 2.000 botellas, y todo hace pensar que se agotarán rápido. De hecho, desde la tienda nos confirman que además de llamadas de prensa ayer tuvieron muchos pedidos desde todos los rincones del país.
Cuesta sólo 4 euros, así que por ese precio es difícil resistirse a este Jumilla en el que la uva monastrell de la zona es la protagonista. Un tinto joven, fácil de beber y, sobre todo, sincero”.
Y finalmente nos fijamos en ‘almavinocuatre’ donde nos hacen una exposición de todo lo contrario que acabamos de leer, ya que nos dicen: “Leo una entrevista pasada con Pablo Álvarez Mezquiriz, consejero delegado de Bodegas Vega Sicilia; en la que trataba de desmitificar la cultura vitivinícola, alegando entre otras afirmaciones que «a este mundo le sobra tontería, le falta algo de oficio y algunas dosis de autocrítica…».
Yo que a estas alturas ya estoy hasta los polifenoles de que sigamos manteniendo la doctrina fácil de creer que la cata de un vino, el evento que se organiza a tal fin e incluso el boato que supone vestir con botella y etiqueta una añada concreta, es poco menos que una tontería, lo he escuchado en labios de más de un bodeguero y la cuestión me produce escalofríos. Lo de los atajos para atraer a la gente al sector ya ha ocupado otras entradas de mi blog, y mi opinión al respecto es clara: una cultura, la que sea; no admite atajos, o se toma en toda su extensión mediante un aprendizaje incansable y progresivo, o queda coja e incompleta. La del vino no es una excepción.
En este país, en donde los que escribimos de vino tenemos, por regla general; tan mala prensa, no digo que a veces esta sensación no esté justificada; existe la extendida creencia que resume algo así como que sacar aromas y liturgias de una copa de vino es una ridiculez, o una especie de esnobismo propio de un jeroglífico infantil.
Que los que aportamos esa esencia a la cultura del vino estamos chiflados, somos freakies o directamente representamos un freno en acercar el vino al resto de la sociedad, ya que mediante nuestras notas de cata y escritos, lo convertimos en un producto raro, extraño, difícil de entender.
Es frustrante cuando estas aseveraciones provienen de consumidores compulsivos, de ignorantes o de ciudadanos que ni siquiera beben vino, pero es vergonzoso cuando quienes manifiestan estas cosas son bodegueros, enólogos ó viticultores.
Estoy cansado de aguantar frases tan simples como el vino sólo sabe a vino, obviamente, igual que el queso sabe a queso o la cebolla a cebolla; pero que no nos tomen por idiotas. Todos los vinos no saben igual, a Dios gracias. O aquello de dejemos las frutas del bosque y la vainilla para los yogures, que esto es vino…
Los análisis organolépticos forman parte de la vida real de cualquier producto alimenticio y desprestigiarlos es un ataque frontal contra la propia cultura del vino, algo que, al parecer; no comprenden algunos individuos que encima se ganan la vida elaborando y vendiendo vino”.
De vez en cuando tenemos que intentar poner una sonrisa en la boca de nuestro lector. Pero como siempre, con una recomendación: que no se olvide de disfrutar de esta sección con una copa de vino en sus manos. Es un consejo y no nos parece ninguna tontería.