El mundo del vino a sorbos

Texto: Antonio Egido

Esta misma semana se ha realizado una nueva Jornada DIAM en la Denominación de Origen Calificada Rioja, ya la IX, con el título genérico de “La sostenibilidad como una oportunidad de negocio para el vino”, tema sobre el que también vamos a preguntar al buscador de Internet para conocer qué resultados nos ofrece.

El primero que encontramos nos lo ofrece ´sostenibilidad.semana.com´ donde leemos en su artículo “¡Salud por los viñedos sostenibles!” que “Cada vez más los consumidores se preocupan porque los productos no tengan un impacto negativo sobre su salud ni el medioambiente. Por esta razón muchos buscan marcas confiables que cumplan sus expectativas en cuanto a responsabilidad social y ambiental, sobre todo en sus procesos de fabricación.

De manera silenciosa, la vinicultura o viticultura sostenible está produciendo vino en condiciones racionales para el medioambiente: protege recursos hídricos, disminuye la erosión de los suelos y evita el uso de agentes químicos en el cuidado de los cultivos. En cada una de las fases de producción se tienen en cuenta maneras ecológicas de desarrollar las labores, las cuales van desde la siembra hasta la disposición de las botellas vacías.

Alrededor del mundo hay viñedos con prácticas que mejoran la interacción con el medioambiente, mantienen el ritmo de producción y les permiten conservar la calidad del vino.

Pioneros en el mundo

California se destaca por tener una de las producciones orgánicas mejor diseñadas en el planeta, lo que le permite ser líder mundial en fabricación de vino. “Nuestras bodegas han creado atractivos eventos donde los consumidores pueden aprender sobre la viticultura sostenible y la elaboración del vino” aseguró Bobby Koch, presidente y director general del Wine Institute, en entrevista con un medio español.

Las cuatro fases son: conservación de suelos, manejo de plagas, riego inteligente y uso de energía limpia. Para la primera se aseguran de cuidar y proteger las tierras, cultivar las mejores plantas, hacer un efectivo control de crecimiento, usar orujo (desecho resultante de la molienda de las uvas) como principal ingrediente de la composta orgánica y lo más importante, trabajar con grupos de la comunidad y del gobierno para restaurar arroyos, humedales o áreas ribereñas.

Las plagas se controlan mediante el uso de ácaros, arañas, catarinas y avispas que se comen los insectos que pueden dañar las vides. Por su parte, tener gallinas en los cultivos acaba con gusanos y otro tipo de bichos que se alojan en la tierra. Otra de las estrategias es utilizar ovejas para controlar la mala hierba e instalar nidos o perchas para aves rapaces que se encargan de los roedores.

En cuanto a la irrigación, el riego por goteo proporciona la cantidad idónea de agua para cada planta sin desperdiciar líquido en los viñedos. Así mismo, las recolecciones nocturnas permiten mantener las uvas frescas sin necesidad de refrigerar.

De igual manera, Nueva Zelanda se destaca por su esquema de viticultura 100% sostenible refrendado por Demeter International, la empresa de certificación más grande del mundo en agricultura biodinámica. Esto como efecto de la reducción drástica en los insumos químicos para los viñedos y la aplicación de métodos orgánicos como el uso de orujo para fertilizaciones naturales.

La viticultura sostenible de Nueva Zelanda se ha posicionado en el mercado internacional y logró reducir su huella de carbono a cero. En consecuencia, este país es reconocido por tener prácticas de calidad tanto en los viñedos como en las bodegas, lo que le da calidad a sus vinos y los hace apetecidos por los amantes de este licor”.

Además en ´ilovewine.es´ nos dicen sobre la viticultura sostenible que “Este sistema de elaboración utiliza al máximo los recursos naturales, asegurando una agricultura sostenible con el medio ambiente denominada Viticultura Sostenible.

El objetivo es el control del viñedo para prevenir plagas que puedan suponer daños serios para la producción usando métodos biológicos y reduciendo tratamientos químicos a fin de conseguir un equilibrio entre el Medio Ambiente, rentabilidad y demanda consiguiendo vinos de alta calidad y muy saludables. Una Viticultura Sostenible produce vinos sanos y naturales, así como las operaciones realizadas para la manipulación, transformación, embotellado y etiquetados de los vinos.

En definitiva, se trata de obtener materias primas mediante una agricultura que utiliza métodos respetuosos con el Medio Ambiente y que garantiza la seguridad alimentaria elaborando vinos sanos y naturales (…).

¿Qué ventajas aporta?

Para el consumidor

Vinos de alta calidad garantizada.

Sistema que asegura la trazabilidad de todos los vinos.

Vinos elaborados con técnicas respetuosas con el Medio Ambiente.

Optimiza la salubridad de todos los vinos.

Para el agricultor:

Utiliza racionalmente los medios de producción para la elaboración de vinos de alta calidad.

Mejora y prolonga la vida del viñedo mejorando así la alta calidad de los vinos con cepas sanas más antiguas.

Aumenta la calidad de vida en el medio rural.

Mejora las condiciones de trabajo.

Para el Medio Ambiente:

Garantiza la sostenibilidad del agro sistema.

Racionaliza los recursos naturales.

Reduce la contaminación en el Medio Ambiente.

Reduce la erosión en el suelo y mejora la fertilidad.

Protege la flora y la fauna autóctona.

Potencia la actividad conservadora del medio rural y del paisaje.

La producción de vino por medio de la Viticultura Sostenible simboliza el compromiso del sector agrario con el Medio Ambiente y la calidad de los productos de la tierra”.

Para finalizar hablando de “Bodegas Gil Berzal que simboliza el compromiso del sector vitivinícola con el Medio Ambiente y con la calidad de sus vinos Rioja”.

Finalmente nos detenemos en ´larioja.com´ donde nos recuerdan una información sobre “sostenibilidad económica del viñedo” firmado por Antonio Remesal Villar, ingeniero agrónomo y enólogo quien afirma que “No importa en qué medio: radio, televisión o prensa escrita…, todos los días sale a relucir el termino sostenibilidad. Esta es una palabra que, como innovación o investigación, va siempre ligada a progreso, avance y un futuro mejor para todos. Diría que, simplificando, actuación sostenible es aquella que se gestiona utilizando el sentido común. Pero como sabido es que el sentido común es el menos común de los sentidos, muy a menudo nos comportamos como Abundio, que vendió el coche para comprar gasolina.

Se define como desarrollo sostenible aquel que conjuga a la perfección la satisfacción de nuestras necesidades sin comprometer los recursos y posibilidades de las generaciones que nos sucedan. Se trata por tanto, de cuidar la gallina para que siga dando huevos, no esquilmar el terreno para que mantenga la producción, hacer un buen mantenimiento del coche para que dure hasta que podamos comprar otro, cortar un árbol plantando otro a la vez, gratificar al obrero por su trabajo de forma adecuada para que, satisfecho y seguro, rinda adecuadamente… Y aquí quería yo llegar: pagar al viticultor por sus uvas como corresponde para que cultive la viña como hasta ahora lo ha venido haciendo, sin que la merma de recursos comprometa la calidad del fruto, la permanencia de la actividad y todo lo que, a medio o más largo plazo, la inconsecuencia o la sinrazón trae consigo.

Volviendo a la uva, hoy defenderé un precio digno de la uva con la excusa de la sostenibilidad, como lo he hecho otras veces con distintos argumentarios y lo seguiré haciendo, aunque siendo consciente de lo fácil que es “ver los toros desde la barrera”.

Una de las maneras para explicar la sostenibilidad es la representación de un taburete con tres patas. Una de las ‘patas’ es la medioambiental; la otra, la social/cultural y la tercera, la económica. Las tres ‘patas’ simbolizan las dimensiones que son necesarias para mantener un aceptable nivel de vida de la sociedad. Si una de las patas flaquea, el equilibrio se pone en peligro y por consiguiente la sostenibilidad. Me temo que el sector del Rioja tiene la pata económica tan corta como el rabo de una boina.

Es un hecho que las bodegas que necesitan comprar uva para sus elaboraciones la están comprando a precios bajos. Entendiendo por precios bajos aquellos que no permiten mantener una renta digna a los productores. En un mercado con sobreoferta el comprador tiene la sartén por el mango: elige a quien compra y decide cuando y como se paga.

Con esta realidad en la que Rioja está inmersa los últimos años, abastecida la industria vitícola con uva excelente a precio reducido, se ha podido entrar en los mercados con precio competitivo y la calidad por bandera. Cuando la demanda se ha reducido como consecuencia de la crisis se ha «hecho caja» gracias al nombre de la Denominación -fraguado durante muchos años- y a políticas agresivas de ventas.

De este modo el administrador de la industria vitícola riojana, con gastos productivos reducidos, inversiones procedentes y gestión comercial adecuada, ha podido, en los últimos años, lucir una bonita cuenta de resultados, más bonita cuanto más reconocida es su marca. Esta situación, a priori favorable y cómoda para muchas bodegas (a otras no les han salido las cuentas), no lo es tanto. Pero además es insostenible Y lo es, por varios motivos; entre otros:

1.- Siempre hay alguien que esté dispuesto a bajar aún más el precio para poder entrar en el mercado. Lo que hace que los contratos de venta sean cada vez más ajustados, obliga a negociar continuamente o renunciar a operaciones porque no se alcanzan los límites aceptables de rentabilidad. Partimos aquí en desventaja: nuestra viticultura es de rendimientos limitados, el proceso de elaboración y crianza tiene unos costes superiores y el sistema de regulación por medio de Denominación de Origen es muy restrictivo, en relación con las zonas, que de hecho actualmente son las que están competiendo con Rioja.

2- El esfuerzo mayor recae sobre una parte estratégica de la cadena productiva: el viticultor. Si al proveedor de la materia prima no le resulta rentable su sistema de producción tiene que renovarse para adecuar los gastos a los ingresos, modificar los sistemas de cultivo tradicionales (más costosos) y abandonar las viñas con menores rendimientos, precisamente las que han dado la fama al Rioja. El viticultor razona: ¡para qué producir calidad, si me lo van a pagar igual! Como ha ocurrido en otras áreas vitivinícolas en España, algunas vecinas, si aún reduciendo costes los precios pagados por la uva no permiten cubrir gastos, amortizar inversiones y renovar equipos y maquinaria, el agricultor tendrá que arrancar la viña y buscar otras opciones de futuro. De momento estamos haciendo justo lo contrario: aumentar la masa vegetal. ¿Una huida hacia adelante?

3.- En las negociaciones comerciales los argumentos pierden fuerza cuando los precios de la uva, son los que son. Si nosotros no valoramos nuestro producto no podemos esperar que lo valoren otros.

4.- El consumidor asocia precio del vino con calidad y asume que el vino barato no es bueno. Se puede liquidar puntualmente con precios ajustados, pero mantener el volumen de ventas con precios por debajo de los productores que deben ser nuestra referencia (Francia e Italia), aparte de mermar la rentabilidad, sitúa el vino Rioja en una categoría inferior. Y exige, para la defensa de la imagen, un sobreesfuerzo en marketing y publicidad, que encarece el producto sin aumentar el valor añadido. Una vez instalados en el segmento de precios bajos es muy complicado salir de ahí. Con la cantera descuidada y un bajo presupuesto no podemos pretender jugar en las grandes ligas, ni cobrar las entradas como los partidos de la Champions. O damos un giro en la gestión de los recursos o estamos condenados a continuar siendo un equipo de Segunda División.

5.- En el peor de los escenarios, aunque algunas firmas con visión y planteamiento distinto sobrevivan, e incluso les vaya muy bien, será la excepción dentro de una concepción general a futuro deficiente y por consiguiente condenada al fracaso. Ni los precios pagados al agricultor son sostenibles, ni tampoco mantener las cifras de negocio con precios a la baja. El tiempo es justiciero y al final todo lo corrige para dejar cada cosa en su lugar. Pensemos por tanto en la sostenibilidad, como un objetivo de explotación, racional, justo y perdurable en el tiempo que, por nuestro bien, debemos promover todos los agentes implicados en la producción, comercialización y promoción del Rioja. Si existen debilidades en alguna parte del sistema tarde o temprano afectaran a su equilibrio. Es necesario, por consiguiente, un esfuerzo conjunto en corregir cuanto antes las deficiencias mencionadas, para evitar que nos convirtamos en «aquellos que hacían vino bueno y barato pero luego empezaron a hacer vino barato y no tan bueno”.

Hoy lo tenemos fácil pues vamos a disfrutar y brindar con un vino sostenible.