El vino en la luna

El mundo del vino a sorbos
Texto: Antonio Egido

En las últimas jornadas y con motivo de la celebración del 50 aniversario de la llegada del hombre a la Luna, no han faltado informaciones por todos los medios de comunicación y sociales posibles, que no nos hayan acercado desde lo que supuso tecnológicamente el viaje realizado por los astronautas americanos Armstrong, Collins y Aldrin, hasta el peligro que tenían de no retorno a la Tierra. Pero como bien saben ustedes, todo salió incluso mejor de lo planificado.

Una de las dudas que le hemos trasladado a nuestro buscador, es sobre la presencia, o no, de vino en el equipaje de los astronautas, y hemos dado con el enlace ‘vivancoculturadevino.es’ donde hemos leído esta fascinante historia titulada ‘El día que se bebió vino en la Luna’ y que les invito a repasar: “El 21 de diciembre de 1968 despegaba del Centro Espacial John F. Kennedy en Cabo Cañaveral el Apolo 8. Su misión: salir de la órbita de la Tierra, orbitar la Luna (sin aterrizar en ella) y regresar a casa. Los astronautas Frank Borman, James Lovell y Bill Anders serían los primeros humanos en salir de órbita terrestre, los primeros en ver a la Tierra completa, los primeros en ver el lado oculto de la Luna y los primeros en ver el amanecer de la Tierra desde la Luna. El Apolo 8 tardó 3 días en llegar a la Luna, orbitó diez veces a lo largo de 20 horas y regresó el 27 de diciembre. El éxito de aquella misión daría el empujón definitivo al deseo del presidente Kennedy de llevar al hombre a la Luna. En la noche de Navidad, y mientras orbitaban la Luna, los tres astronautas transmitieron en directo -rompiendo todos los récords de audiencia- describiendo lo que estaban viendo y lo que sentían. Tomó la palabra Bill Anders y dijo:

“Nos acercamos ahora al amanecer lunar, y la tripulación del Apolo 8 tiene un mensaje para toda la humanidad”.

En aquel momento -preparado por ellos mismos y sin conocimiento de la NASA-, los tres astronautas se turnaron para leer el pasaje de la Creación del Génesis. Terminando con un “¡Feliz Navidad! Y que Dios los bendiga a todos”. La lectura de aquel pasaje bíblico le supuso a la NASA una demanda interpuesta por la activista atea Madalyn Murray O’Hair. Esta mujer, fundadora de American Atheists, era conocida por el caso Murray vs Curlett, que culminó con la prohibición, según sentencia del Tribunal Supremo de 1963, de la lectura de la Biblia en las escuelas públicas estadounidenses. Según la demanda, los astronautas eran empleados públicos y también estaban sujetos a la prohibición de la lectura pública de la Biblia, independientemente de que se hubiese producido en la Luna -violaba la separación constitucional entre la Iglesia y Estado-. Así que, la NASA, mientras se fallaba la demanda, decidió dejar a un lado los temas religiosos en las misiones.

Y llegaría el 16 de julio de 1969, con el lanzamiento del Apolo 11. Su objetivo: lograr que un ser humano caminara sobre la Luna. Hecho que se produjo el 20 de julio, cuando Armstrong y Aldrin caminaron sobre la superficie lunar. Momentos antes de salir del módulo lunar, Aldrin rompió el precinto de una bolsa de plástico y sacó su contenido: pan y vino. La intención de Aldrin, con permiso de la Iglesia Presbiterana de Webster, cerca de Houston, era celebrar el sacramento de la comunión, y así se lo comunicó al coordinador de operaciones de vuelo Deke Slayton. Con la demanda interpuesta por Murray todavía por resolverse, la NASA no quería más problemas. Así que, Slayton le informó que podía comulgar pero que el mensaje que llegase a la Tierra no tuviese que ver con aquella celebración y fuese completamente aséptico. En palabras de Aldrin…

“Vertí el vino en el cáliz que me había dado nuestra iglesia. En la sexta gravedad de la Luna, el vino resbaló lenta y delicadamente por la copa. Era interesante pensar que el primer líquido que se bebió en la Luna, y el primer alimento que se comía allí, eran los elementos de la comunión”.

Comulgó, y lo que se escuchó fue…

“Me gustaría pedir unos minutos de silencio e invitar a cada persona que escucha, esté donde esté y sea quien sea, a detenerse un momento, pensar en lo ocurrido en estas últimas horas, y dar gracias a su manera”.

Para Aldrin era una manera de dar las gracias a Dios por el éxito de la misión. Años más tarde, matizaría…

“Quizás, si tuviera que volver a hacerlo, no elegiría celebrar la comunión.

Aunque para mí fue una experiencia profundamente significativa, fue un sacramento cristiano, y habíamos venido a la Luna en nombre de toda la humanidad: cristianos, judíos, musulmanes, animistas, agnósticos o ateos”.

Por cierto, en 1970 el Tribunal Supremo desestimó la demanda de Madalyn Murray O’Hair contra la NASA… “por falta de jurisdicción”.

Aquí nos quedamos, pues es lo único que hemos encontrado de este tema tan actual en estos días en todo el mundo. Pero recuerden, no duden en disfrutar, moderadamente, de un vino de calidad. Esta semana, mirando a la Luna.

 

 

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