el mejor clima para el mundo del vino
Vendimia en Bodegas Ontañón

El mundo del vino a sorbos
Texto: Antonio Egido

Siendo la climatología solo una de las partes, aunque importante, en el mundo del vino –y más en esta semana que se ha convertido en tema de múltiples comentarios tras el trabajo realizado por investigadores de la Universidad de La Rioja y de la Universidad de Lleida–, le hemos planteado a nuestro buscador la pregunta ¿cuál es el mejor clima para el mundo del vino?

La primera respuesta la tenemos en ‘garciacarrion.es’ donde leemos que “las regiones productoras de vino más importantes del mundo están situadas entre latitudes de 30 y 50 grados Norte y Sur del Ecuador. Entre estas zonas las uvas madurarán lo necesario para producir un buen vino.

El clima es, junto con la variedad de uva, la meteorología, el tipo de suelo, la viticultura y la vinificación, uno de los factores que inciden en la obtención de un buen vino.

Hay una gran variedad de climas, desde las condiciones climáticas frías y húmedas de Inglaterra y Alemania, donde es difícil conseguir que las uvas lleguen a una madurez satisfactoria, hasta los áridos países del norte de África, como Marruecos y Argelia, donde unas temperaturas muy elevadas y lluvia insuficiente producen uvas demasiado maduras y bajas en acidez.

La geografía local también afecta el clima alrededor del viñedo. Por ejemplo en el hemisferio norte los viñedos plantados en inclinaciones de cara al sur, serán más calurosos debido a que incrementan su exposición al sol.

Por su parte, la proximidad al agua puede incrementar la humedad y dar cambios moderados de temperaturas.

El clima ideal

Si existiese un clima ideal, incluiría la combinación perfecta de humedad y calor, ayudando a crecer los viñedos y a madurar las uvas. Además, las condiciones meteorológicas ideales deben prevalecer durante las diferentes etapas del ciclo de crecimiento de las uvas.

Las condiciones perfectas

Si existiesen, las condiciones perfectas para un buen vino serían: un invierno frío que inhibiese el crecimiento, pudiendo así descansar el viñedo, con heladas para exterminar las infecciones, aunque no demasiado fuertes para no afectar al viñedo, y con lluvia suficiente para tener reservas de humedad en la tierra.

Una primavera suave con lluvia no muy fuerte para ayudar al crecimiento del viñedo, con un período de calma y templado durante el cual el viñedo florece, seguido de un verano caluroso y soleado con poca lluvia para así permitir madurar la fruta en ese momento en crecimiento y un final del verano y comienzo del otoño largo y seco para terminar de madurar la uva y para la vendimia”.

También en ‘catadelvino.com’ leemos unos textos de Emilio Barco Royo que nos indican que: “Es deseable conocer la geografía de la producción vitivinícola mundial con datos que permitan a los amantes del vino valorar la importancia de cada país.

La vid para vegetar y dar fruto en buenas condiciones necesita un clima templado como el que se da en las dos grandes franjas comprendidas entre los 30 y 50º de latitud norte y entre los 30 y 40º de latitud sur.

En los últimos años se ha introducido el cultivo en algunas zonas que se salen de estas dos grandes franjas, como en el caso de Brasil en donde se llega a cultivar en el entorno del paralelo 10.

Es importante destacar que no toda la superficie de viñedo se destina a producir vino. Una de cada cuatro uvas se destina a consumo en fresco o pasificada. La mitad de la producción de uva para consumo en fresco se localiza en Asia y en este continente se concentra la mayor parte de la producción de pasas. Los países de religión islámica destinan la mayor parte de su superficie de viñedo a este tipo de producciones”.

Y cerramos colaboración revisando la página ‘vinetur.com’ donde nos indican que: “El clima es un factor fundamental en el desarrollo y crecimiento de la vid. Aun siendo de una misma varietal, no es lo mismo una garnacha del Penedés que una de Madrid, pues entran en juego diferencias como la tierra y, por supuesto, el tema que nos ocupa hoy, la climatología.

¿Sabes qué le aporta cada clima a la uva? Por lo general en climas cálidos se producen uvas ricas en azúcar y con menos acidez, por el contrario, en climas más fríos la acidez estará más marcada, pero tendrá menos contenido en azúcares. La variedad de la uva y el clima es de gran importancia para obtener buenas vendimias, lo ideal es contar con las variedades que mejor se adapten a cada tipo de zona.

Los tipos de clima

Clima continental: Es el clima que predomina en el interior del continente europeo, con veranos durante el día calurosos y noches frescas. Los inviernos son fríos. Se trata de un clima con grandes cambios de temperatura, entre el verano y el invierno, el día y la noche. Este tipo de clima favorece una mejor maduración de los taninos de la uva que permite retener más cantidad de ácidos, por otra parte, la maduración de la uva no llega a completarse, por lo que los niveles de azúcares serán más bajos que en climas más templados.

Clima mediterráneo: Es el propio de la región mediterránea, aunque este clima se da en otras regiones con mar del planeta, pues el mar actúa suavizando las temperaturas todo el año. Este tipo de clima favorece la maduración completa de la uva, por lo que se suelen producir vinos más corpulentos y con alto contenido en alcohol.

Microclima: Existen regiones en las que no se puede decir que tengan ninguno de los dos climas anteriores, ya que existen otros factores que los definen. Por ejemplo, un monte a 1000 metros de altitud en una región mediterránea contará con unas características especiales diferentes a los climas nombrados anteriormente. Un microclima es, según la definición de la RAE (Real Academia Española), un clima local de características distintas a las de la zona en que se encuentra. En España existen gran cantidad de zonas vitivinícolas con microclimas, como puede ser en la zona del Priorato, San Lucar de Barrameda o en el Bierzo, por nombrar algunas.

Factores que afectan a la uva

La temperatura: es esencial para el buen desarrollo y maduración de la uva. Durante el invierno la vid está en reposo y puede llegar a aguatar temperaturas de frío extremo, resistiendo muy bien las heladas. Pero, durante la primavera, las heladas pueden causar estragos. Lo ideal, en la época de maduración de la vid es que exista una marcada diferencia entre la temperatura diurna y nocturna, pues favorece una maduración lenta del fruto. Podemos decir pues, que la temperatura afecta a los azúcares y ácidos orgánicos.

La luz solar: la cantidad de luz solar determinará cómo será el fruto. En este sentido, cuantas más horas de sol la uva será más dulce, por lo que dará lugar a vinos con una gradación alcohólica mayor.

La lluvia: La abundancia o escasez de agua es un factor de máxima importancia para el desarrollo de la vid y la posterior calidad del vino. Las lluvias en invierno penetran en el suelo y constituyen una reserva que la vid utilizará para alimentarse. Las lluvias veraniegas, siempre que no sean excesivas, ayudan a un desarrollo favorable del tamaño de las uvas. Es importante que los veranos sean cálidos y secos, por ello la reserva hídrica es fundamental. Los veranos húmedos pueden favorecer a la aparición de plagas”.

Ya les pido perdón, si han llegado a esta línea de la información, pues seguramente les habrá ocurrido como a mí, que de tanto hablar del clima, nos hemos acordado de los días pasados con temperaturas extremadamente altas… pero es lo que tocaba. Por ello les recomiendo refrescar el cuerpo con un fresquito vino blanco o rosado.